Una
vez estaba el tigre apretado con una piedra en la mano. Por áhi fue
pasando un buey. De esos viejos que cuando ya no lo ocupan para el
trabajo lo largan al monte. Y justo el tigre lo vio pasar y le dice:
-Che,
hermano, vení, dehapretame.
Y
le dice el buey:
-No,
yo no te dehapreto porque yo, cuando llegué a viejo, me corrieron al
monte, me botaron.
Bueno,
quedó apretado no más.
Al
rato viene el caballo, y le dice:
-Che,
¿por qué no me venís a sacar la piedra?
-No,
vos me vas a comer.
-No,
te ruego por todos los santos que no te voy a comer. Te ruego. No te
como nada yo.
-No,
vos me vas a comer.
-No,
te ruego, no te voy a comer.
Bueno,
el caballo como es tan bueno, se pone a sacale la piedra de arriba de
la mano.
Y
después cuando ya le sacó la piedra de la mano, el tigre le dijo
que lo iba a comer. Y en ese preciso instante iba pasando don Juan.
El caballo justo lo vio, lo llamó.
-Don
Juan, venga para acá.
Vino
don Juan y le dice:
-Don
Juan, mire, yo lo dehapreté al tigre de la piedra, y él me dijo que
no me iba a comer y después que yo lo dehapreté me dijo que me iba
a comer.
-No
-dice, yo soy el juez -dice. Tengo que vé cómo 'taba el tigre.
Entonce puedo dar el resultado yo -le dice.
Bueno,
el tigre se pone la mano y el caballo le pone la piedra. Y don Juan
dice:
-Por
pícaro, dejelón áhi que se funda.
Carlos
Antonio Díaz, 21 años. Lote 16. Río Chico. Tucumán, 1970.
Peón
en el cultivo de la caña de azúcar.
Cuento 583. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
Cuento 583. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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