Cuatro
hombres habían sido. Se juntaron una vez para tomar aloja, el gallo,
la iguana, el carnero y el rayo o centella. De ahí el gallo salió y
dijo:
-Bueno
-dijo el gallo,
vamos a hacernos ver cuál es el más malo. Yo empezaré. Vamos a
prepararnos a quebrajear un quebracho colorado.
Así
diciendo, empujó, y cayó a un lado del camino. La iguana, con todas
sus fuerzas, con la cola, lació el quebracho y rompió la cola.
El
carnero con todas sus fuerzas quebrajeó sus guampas al golpear el
quebracho. La centella estaba callada, miraba lo que todos los otros
hacían, y levantándose en un relámpago, lo hizo pedazos. La
iguana, asustada, cayó de espaldas.
Por
eso la iguana, siempre cae así, de espaldas, cuando se asusta.
Versión española
Jacinto
Carpio, 69 años.
Villa
Salavina. Santiago del Estero, 1951.
El
narrador agrega que a la centella la mandó Dios. Versión del
narrador.
Cuento
840b
Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 048
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