Dice
qui andaba un burro cojudo, como llamamos acá, solo, dice, porque
era bravísimo para peliar. Andaba gordo, lindo. El burro come y ya
se descuida de su enemigo natural, el león. Entonce dice qui andaba
pastiando por medio 'e los pedregales, el burro. Cuando menos acuerda
se da una vuelta, hace una pequeña vuelta, y lo ve al león que
estaba ya cerca, y a más no tenía escape, solamente la viveza lo
podía salvar.
-¡Ayayayay,
Dios mío! -que dice. ¡Ay! ¡Si hubiera
alguien que me favore-ciera!
Se
da la vuelta y lo ve al león cerquita.
-¡Ay
don León -que dice, haga el favor,
salvemé! Mi ha entrau una espina di algarrobo en la pata -dice- y no
me deja vivir. Saquemé la espina -dice- y matemé. Déme siquiera el
alivio ése.
-¡A
ver! -que dice el león.
Y
si arrima a quererle hurgar.
-¡Ayayayay,
ay, ay! -que le dice el burro y empezó a encoger la pata.
Y
si arrima el león para verle y cuando ya tiene bien recogida la
pata, ¡paf!, le da una patada en medio de la frente y lo larga
revolcandosé al león y, ¡marche!, dice el burro y se va.
El
león se lamenta y dice:
-Por
tonto mi hi jodido.
Perfecto
Bazán, 49 años. Belén. Catamarca, 1968.
Cuento
658. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 048
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