Diz
que había un hombre que 'staba por aventar una cebada. Y no lo podía
hacer. Y ya viene el burro y diz que le dijo:
-¿Qué
hace que no avienta la cebada?
-Que
no había viento, que le dice.
Entó,
que le dice qu' él iba a aventar si le da un almú de cebada, o de
no, que le deje la paja. Y entó que le dice:
-Vayasé
no más pa las casas. Ya cuando esté yo le voy a avisar.
Se
jue el hombre pa las casas. El burro s'hizo el muerto áhi, al lau de
la cebada, en l'era. Y con el permiso di usté, diz que había dau
güelta el ocote, el burro. Y entonce diz que había veníu un cuervo
dando vueltas, y viendo si había algún animal muerto de esos qu' él
come. Viendo que 'staba muerto el burro, se bajó y si arrimó, y
tispió al burro del ocote. Y diz que el burro lo ciñó y lo capujó,
po, de la cabeza y del cogote al cuervo. Y entó que él se levantó,
y ha comenzau a volazar en la cebada. Y el cuervo iba aletiando y iba
aventando la cebada. Y el burro con el cuervo agarrau de la cabeza
dio güeltas y más güeltas, hasta que terminó de aventarla a toda,
y recién se jue y se tiró al suelo. Y lu había largado al cuervo.
Y
que dice entonce el cuervo:
-Primero
al ojo, y no al ocote -y salió volando.
Y
di áhi quedó la cabeza pelada. Y es el que dicen el jote. Y así es
el jote, con la cabeza pelada. Y que de entonce pica primero a los
ojos del animal y después al ocote.
Nacioncena
Sasso, 63 años. Los Zazos. Tafí. Tucumán, 1951.
Campesina.
Buena narradora.
Cuento
726 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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