Había
un hombre de campo qui había sembrau un poco de trigo. El burro era
pión del hombre. Cortaron el trigo, lo amontonaron y lo pusieron en
la playa de la era para trillarlo.
El
burro tomó el trabajo por tanto. Y se puso a trabajar. Trilló bien
trillau el trigo pero cuando llegó el momento di aventarlo no lo
podía aventar nada. Apenas hacía volar unas pajitas con cada
resoplido.
Entonce
dispuso el burro hacerse el muerto cerca de la parva para ver si
agarraba algún pájaro para hacerlo trabajar.
El
burro se tiró como muerto y se puso con la cola levantada. En eso
vino un jote revolotiando y si asentó sobre el lomo del burro y ya
vio que el burro había muerto. Y lo comenzó a dar güeltas al burro
y jue y lo picó en el ocote. El burro tenía el ocote abierto. Metió
áhi la cabeza el jote, y el burro apretó el upite y lu agarró de
la cabeza. Entonce se levantó el burro con el jote agarrado así y
empezó a dar güeltas sobre el trigo trillado. Y el jote aletiando,
dele aletiar a todo lo que daba, aventó todo el trigo. Entonce
recién le aflojó el burro al jote y lo largó. Y el pobre jote
salió el cogote pelau, y quedó así, para siempre con el cogote
pelau.
Lorenzo
Calderón, 80 años.
El
Durazno Alto. Pringles. San Luis, 1960.
Cuento
733 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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