El ciervo escondido
Anónimo
Anónimo
(china)
Cuento
Un leñador de Cheng se
encontró en el campo con un ciervo asustado y lo mató. Para evitar que otros lo
descubrieran, lo enterró en el bosque y lo tapó con hojas y ramas. Poco después
olvidó el sitio donde lo había ocultado y creyó que todo había ocurrido en un
sueño. Lo contó, como si fuera un sueño, a toda la gente. Entre los
oyentes hubo uno que fue a buscar el ciervo escondido y lo encontró. Lo llevó a
su casa y dijo a su mujer:
-Un leñador soñó que
había matado un ciervo y olvidó dónde lo había escondido y ahora yo lo he
encontrado. Ese hombre sí que es un soñador.
-Tú habrás soñado que
viste un leñador que había matado un ciervo. ¿Realmente crees que hubo un
leñador? Pero como aquí está el ciervo, tu sueño debe ser verdadero -dijo la
mujer.
-Aun suponiendo que
encontré el ciervo por un sueño -contestó el marido- ¿a qué preocuparse
averiguando cuál de los dos soñó?
Aquella noche el leñador
volvió a su casa, pensando todavía en el ciervo, y realmente soñó, y en el
sueño soñó el lugar donde había ocultado el ciervo y también soñó quién lo
había encontrado. Al alba fue a casa del otro y encontró el ciervo. Ambos
discutieron y fueron ante un juez, para que resolviera el asunto. El juez le
dijo al leñador:
-Realmente mataste un
ciervo y creíste que era un sueño. Después soñaste realmente y creíste que era
verdad. El otro encontró el ciervo y ahora te lo disputa, pero su mujer piensa
que soñó que había encontrado un ciervo que otro había matado. Luego, nadie
mató al ciervo. Pero como aquí está el ciervo, lo mejor es que se lo repartan.
El caso llegó a oídos del
rey de Cheng y el rey de Cheng dijo:
-¿Y ese juez no estará
soñando que reparte un ciervo?
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