Era un pueblo
en el que vivían, frente a frente, un asceta y una prostituta. El asceta
llevaba una vida de penitencia y rigor, apenas comiendo y durmiendo en una
mísera choza. La mujer era visitada muy frecuentemente por hombres. Un día el
asceta increpó a la prostituta:
-¿Qué forma de vida es la tuya, mujer
perversa? Estás corrompida y corrompes a los demás. Insultas a Dios con tu
comportamiento.
La mujer se
sintió muy triste. En verdad deseaba llevar otra forma de vida, pero era muy
difícil dadas sus condiciones. Aunque no podía cambiar su modo de conseguir
unas monedas, se apenaba y lamentaba de tener que recurrir a la prostitución, y
cada vez que era tomada por un hombre, dirigía su mente hacia el Divino. Por su
parte, el asceta comprobó con enorme desagrado que la mujer seguía siendo
visitada por toda clase de individuos. Adoptó la medida de coleccionar un
guijarro por cada individuo que entrara en la casucha de la prostituta. Al cabo
de un tiempo, tenía un buen montón de guijarros. Llamó a la prostituta y la
recriminó:
-Mujer, eres
terrible. ¿Ves estos guijarros? Cada uno de ellos suma uno de tus abominables
pecados.
La mujer
sintió gran tribulación.
Deseó
profundamente que Dios la apartase de ese modo de vida, y, unas semanas
después, la muerte se la llevaba. Ese mismo día, por designios del inexorable
destino, también murió el asceta, y he aquí que la mujer fue conducida a las
regiones de la luz sublime y el asceta a las de las densas tinieblas. Al observar
dónde lo llevaban, el asceta protestó enérgica y furiosamente por la injusticia
que Dios cometía con él. Un mensajero del Divino le explicó:
-Te quejas de
ser conducido a las regiones inferiores a pesar de haber gastado tu vida en
austeridades y penitencias, y de que, en cambio, la mujer haya sido conducida a
las regiones de la luz. Pero, ¿es que no comprendes que somos aquello que
cosechamos? Echa un vistazo a la tierra.
Allí yace tu
cuerpo, rociado de perfume y cubierto de pétalos de rosa, honrado por todos,
cortejado por músicos y plañideras, a punto para ser incinerado con todos los
honores. En cambio, mira el cuerpo de la prostituta, abandonado a los buitres y
chacales, ignorado por todos y por todos despreciado. Pero, sin embargo, ella
cultivó pureza y elevados ideales para su corazón pensando en Dios constantemente,
y tú, por el contrario, de tanto mirar el pecado, teñiste tu alma de impurezas.
¿Comprendes, pues, por qué cada uno vais a una región tan diferente?
*El Maestro
dice: Vigila tu actitud. Aprende a
comprender y a tolerar. Discierne más allá de las apariencias.
004. anonimo (india)
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