Había
una vez un hombre que tenía una hija muy hermosa. Se había casado, por segunda
vez, con una mujer que tenía una hija muy tonta y tiñosa y estaba muy celosa de
la belleza y las cualidades de su hijastra.
La chica
tenía que hacer los trabajos más duros y la mayor parte del tiempo lo pasaba
cuidando los rebaños de cabras y camellos. El padre tenía oídos solamente para
su mujer, en cuyas manos había dejado la educación de la muchacha, y no se daba
cuenta de los problemas que tenía su hija.
Un día,
mientras estaba pastoreando los rebaños encontró un frig y se dispuso a visitarlo. Mientras tanto, un gazi que estaba en las cercanías se
preparaba para asaltarlo y al hacerlo encontraron también a la chica. El jefe
del gazi se quedó prendado de su belleza y preguntó de quién era hija. Al
responderle que pertenecía a otra familia que vivía en los alrededores, preguntó
a la chica si quería irse con él. Ella le respondió:
-De
acuerdo, pero tengo miedo de la reacción de mi madrastra, a quien mi padre
obedece ciegamente.
-No te
preocupes. Yo iré a hablar con tu padre. Tengo intención de casarme contigo y
espero su consentimiento -contestó el jefe del gazi.
En la
época en que ocurría esta historia, los animales aún habla-ban. La chica tenía
una amistad especial con una gacela, pues un día que el padre estaba cazando
cogió una y como no tenía cuchillo para matarla la amarró a un árbol y la dejó
al cuidado de su linda hija.
Así que
el padre se hubo marchado, habló la gacela:
-Deja
que me vaya y seré para ti mejor que un padre, y una madre.
-Si te
suelto, mi padre va a enojarse mucho conmigo -le contestó la muchacha.
-No
debes preocuparte -insistió la gacela-. Debes decirle a tu padre que yo sola me
he liberado. Y escucha un consejo: si encuen-tras un hombre que te pide en
matrimonio acéptalo, porque es un buen hombre, no vaciles en casarte con él. Y
acepta todo lo que tus padres hagan.
Por esta
razón, la muchacha aceptó en seguida al jefe del gazi, quien se dirigió a la jaima
donde habitaba el padre de la chica y le pidió su mano. Éste estuvo de acuerdo
en concedérsela, pero dijo que era necesario decírselo también a su mujer.
El
pretendiente fue a hablar con la madrastra, quien accedió gustosa. Pero la
mujer no tenía ninguna intención de cumplir con su palabra, quería engañarlo y
casarlo con su hija fea y tonta.
Llegó el
día fijado para celebrar la boda y casaron a la hija de la mujer con el
pretendiente de la hijastra. Pero éste era un hombre inteligente que no se
dejaba engañar tan fácilmente.
Prepararon
a la muchacha tonta y tiñosa con las mejores ropas y los adornos propios de una
novia. Incluso le pusieron una peluca para disimular su fea cabeza. El jefe del
gazi se dio cuenta en segui-da de que la chica que le traían no era su
enamorada, pues ésta tenía largos cabellos, una esbelta figura y era muy
hermosa. Sor-prendió a todos diciendo que al amanecer del día siguiente pasaría
a recoger a su esposa, ya que sus hombres le esperaban cerca de allí y tenía
asuntos importantes que resolver.
Los
padres prepararon el viaje de su hija. Equiparon los camellos con todo detalle,
con todo lo que podía necesitar.
Los
esposos iniciaron su camino y llegaron a un uad maravilloso, totalmente verde,
con muchas variedades de árboles y frutas únicas. Acamparon a la sombra de una
talja. El marido le preguntó a la chica fea y tiñosa:
-¿Qué es
lo que más deseas en estos momentos?
-Estar
con mis hermanos y con mi madre bebiendo leche agria bajo la sombra de este
árbol -respondió ella.
Tras
emprender de nuevo el viaje llegaron a otro uad.
El hombre aprovechó el descanso para recoger n'big [1].
Cuando tuvo una buena cantidad se la entregó a la chica diciéndole:
-Guarda
estos frutos para ofrecérselos a los niños.
Durante
el camino, ella se los fue comiendo poco a poco. Al acampar de nuevo aprovechó
el descanso para recoger excrementos de camello y mezclarlos con los frutos que
aún quedaban.
Cuando
llegaron al frig donde estaban sus suegros éstos sacrifi-caron una cabra en su
honor. El hombre dijo a sus padres que junto con la mejor carne trajeran
también las tripas y un cuchillo bien afilado. La muchacha, así que vio la
comida, empezó a comer las tripas antes de que tuvieran tiempo de servirle
nada. Se pasó un buen rato devorando las tripas, dejando de lado la carne buena
y sin usar para nada el cuchillo. Todo el mundo la observaba sorprendido.
Después
recibió la visita de los niños del frig
y les ofreció n'big mezclados con los
excrementos de camello.
Al día
siguiente, el marido le dijo que salían de nuevo de viaje y volvieron a la jaima de sus padres.
El
marido dijo:
-Te
devuelvo lo que me prestaste ya que no es lo que yo te pedí. Yo pretendía a la
chica que cuida los rebaños.
El padre
se excusó por el engaño de su mujer y le concedió la mano de su hermosa hija.
El hombre les dijo que no debían preparar nada para la boda, pues él se
encargaría de todo. Pero la madrastra insistió en que la muchacha debía
llevarse algo con ella.
El
hombre aceptó, pero sin creer en las buenas intenciones de la mujer, que ya le
había engañado una vez.
Equiparon
a la muchacha con todos los objetos innecesarios y viejos. El marido no quiso
dar importancia a este detalle y empren-dieron el viaje.
Hacía
tiempo que el marido había encontrado una gacela herida en el bosque y la había
curado. Ésta le había prevenido de las acciones de la madrastra y le había
aconsejado que aceptara todo lo que viniese de ella. Le contó también que la
chica le había salvado la vida y que ella había prometido ayudarla siempre a
que se cumplieran sus deseos.
Cuando
llevaban recorrido un largo camino encontraron a la gacela, que les indicó que
debían acampar en ese lugar, dejando al camello libre de toda la carga con que
lo había equipado la madrastra de la chica.
Ellos
siguieron todas sus indicaciones y la gacela los equipó con camellos, oro,
joyas y una jaima completa, con sus
almohadones y alfombras.
Continuaron
el viaje para ir a conocer a sus suegros y llegaron al uad verde en el que el marido ya había estado antes con la chica
fea y tiñosa. Acamparon allí y le preguntó a su esposa:
-¿Qué es
lo que más deseas en estos momentos?
-Lo más
importante para mí es estar con mis amigas y amigos, viendo como pastan los
camellos por los verdes alrededores. Me gusta vivir momentos agradables
rodeada de la gente más querida.
Emprendieron
de nuevo el viaje hasta llegar a un lugar en el que había un charco. Se
instalaron allí y de nuevo volvió el marido a preguntarle:
-¿Qué es
lo que más deseas en estos momentos?
-Ver en
este lugar un frig al que llegan al
atardecer, como en este momento, unos jinetes y estar en compañía de una amiga
agradable.
Pasaron
la noche allí y al día siguiente emprendieron de nuevo el viaje. Llegaron a
otro uad y el marido aprovechó para
recoger n'big. Después se los dio a
ella para que los guardara. La muchacha se enfadó y le reprochó:
-¡Cómo
se te ocurre recoger los frutos que sólo comen los lobos y tener la audacia de
decirme que se los ofrezca a los niños de tu familia! ¡Yo voy a ofrecer a mis
suegros y a su familia algo mucho mejor que lo que comen los animales salvajes!
¡Para ellos serán el oro y las joyas que nos ha dado la gacela!
Cuando
llegaron a su destino, tras un largo viaje, los suegros los recibieron
amablemente y sacrificaron una cabra en su honor. Prepararon la cena y
trajeron la carne, acompañada de las vísceras y las tripas, y también
cuchillos.
La
muchacha, al ver cómo habían servido la carne, le dijo a su marido:
-¿Quieres
tomarme el pelo? ¡Yo no soy ningún perro para comerme las tripas de un animal!
Tienes que separar la carne buena de la otra. Además, te pido que traigas aquí
a tus familiares para que puedan cenar conmigo.
El
marido, maravillado del comportamiento de su mujer, hizo todo lo que ella le
pidió.
El
matrimonio tuvo muchos hijos y vivieron muy felices hasta la vejez.
051 Anónimo (saharaui)
[1] N'big: Fruto de un arbusto del desierto, del tamaño de una aceituna
y de color rojo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario