Cuentan que una vez hubo un matrimonio
que tuvo siete hijos. Todos eran fuertes y apuestos mozos; tan sólo el más
pequeño era de constitución débil y nada agraciado de rostro. Sus hermanos le
despreciaban, y cuando los padres murieron, aquéllos aumentaron su desdicha;
ordenábanle toda suerte de penosos trabajos y tratábanle peor que a un esclavo.
El pobre muchacho, cierto día que
reflexionaba sobre su des-ventura, díjose:
-Mi padre ha muerto y mi madre muerta
está; mis hermanos, que debieran reemplazarlos, son malos para mí, que soy
débil y carezco de atractivos. ¿Qué puedo esperar, pues? Es preciso que me vea
con Zanahary, el dios bueno de Madagascar.
Y Faralahy, que así se llamaba el
pobre muchacho, empezó por tomar consejo de un aldeano viejo, muy viejo,
llamado Rafuvatú, al que habló de esta manera:
-Yo quiero ir al encuentro de
Zanahary; decidme: ¿qué debo hacer?
Rafuvatú contempló fijamente al
muchacho y, al ver su decisión, le instruyó así:
-El martes próximo será un excelente
día para emprender tu viaje; lo realizarás con éxito si atiendes mis consejos.
-Atento escucho -dijo Faralahy-;
decidme cuanto deba hacer.
-Perfectamente; cuando estés a la otra
ladera de esta gran montaña, allá abajo, verás un fértil campo de cañas de
azúcar; son las de Zanahary; no te aproximes a ellas y sigue, siempre, tu
camino por la mitad del sendero. Unos pasos más allá, muy luego, verás unos
carneros; estarán bien cebados y serán muy hermosos. Son de los rebaños de
Zanahary; déjalos pacer tranquilos. Y llegado que fueres a la otra orilla del
valle, verás hermosos naranjales, cargados de ricos frutos, tan grandes como tu
cabeza; son las doradas naranjas de Zanahary; no pruebes una tan sólo.
"Así que hayas ganado una nueva
montaña, verás dos enormes bueyes; son los bueyes de Zanahary; no les arrojes
piedras, ni les asustes. Luego, más allá, tropezarás con un profundo pozo de
agua fresca y cristalina; es el rico manantial de Zanahary; aunque la sed te
devore, no bebas de sus aguas.
"Y llegado que fueres a la morada
de Zanahary, si estuviera ausente, saludarás a su esposa, y si ella te
ofreciera agua con que calmar tu sed, beberás, cuidando de no tocar el asa del
cántaro."
Faralahy agradeció a Rafuvatú sus
consejos y púsose en camino.
Muy pronto vio los campos de cañas de
azúcar, mas él contentóse con exclamar: "¡Hermosas son estas cañas de
azúcar!"
Un poco más lejos encontróse con los
carneros, y exclamó: "¡Magníficos son estos carneros!", pero sin
detener sus pasos. Prosiguió ligero su ruta, y he aquí que sus ojos divisaron
los bellos naranjales, cargados de frutos grandes como su cabeza. El hambre le
acosaba, le devoraba la sed, pero Faralahy no desvió un paso de su camino.
Luego cruzó por delante de los bueyes. "¡Soberbios ejemplares!",
díjose, pero sin aproximarse a ellos. Y así, llegó junto al pozo de agua viva y
aunque no pudo dejar de exclamar: "¡Qué agua tan pura y cristalina! ¡Cuán
deliciosa debe de ser!", ni siquiera la punta de los dedos mojó en ella.
Resistidas las tentaciones, Faralahy
llegó, por fin, a la morada de Zanahary. Zanahary no estaba en casa; tan sólo
se hallaba presente su esposa.
Faralahy saludóla reverente y pidióle
de beber y, al darle el cántaro, él no lo cogió; abrió sencillamente la boca,
conformándose con el agua que la sirvienta le echara.
Luego que Zanahary regresó, preguntó:
-¿Qué pretende con su visita Faralahy,
tan odiado de sus hermanos?
-Señor -contestó humildemente
Faralahy-, yo quisiera ser guapo mozo y muy fuerte, pues las gentes me
desprecian.
-¿Y viste mis cañas de azúcar, camino
de este lugar?
-Yo las vi, mas no las toqué.
-¿Y viste, también, mis carneros?
-Señor, paciendo los vi, pero en paz
los dejé.
-¿Y viste, asimismo, mis naranjales?
-Ciertamente los vi, pero dejé el dorado
fruto en el árbol y no lo probé.
-¿Y viste mis bueyes?
-Sí, los vi; tropecé con ellos en mi
camino, pero ni una sola piedra les tiré.
-¿Y viste, seguramente, mi manantial
de agua viva?
-En verdad que sí, pero me abstuve de
calmar mi sed en sus aguas.
Entonces Zanahary volvióse hacia su
esposa y preguntóle:
-¿Es éste el que saludó al franquear
la puerta?
-Éste es -contestó la mujer-, y con
alta cortesía lo hizo.
-Cuando le diste de beber, ¿abrió tan
sólo la boca, sin coger el cántaro?
-Así lo hizo, señor -contestó la
sirvienta.
En aquel instante, Zanahary premió la
virtud de Faralahy: le tocó, y, ¡oh prodigio!, tornóse súbitamente guapo mozo y
muy robusto, él que era tan débil y feo de rostro.
Faralahy agradeció el beneficio de
todo corazón y emprendió alegre la vuelta al hogar.
Cuando llegó, sus hermanos se
resistían a creer lo que sus ojos veían.
-¿Eres tú, Faralahy? ¿De dónde vienes?
-Tan desgraciado era, que fuíme en
busca de Zanahary; compa-decióse de mi suerte, y he aquí lo que hizo de mí.
Entonces los seis hermanos se dijeron:
-Nosotros somos ya bellos y fuertes;
si vamos al encuentro de Zanahary, hará de nosotros unos verdaderos gigantes.
Y fuéronse a Rafuvatú, quien los miró
y así les dijo:
-Podéis partir el miércoles, mas no os
garantizo un feliz viaje. Con todo, si sabéis abstenemos de todo cuanto yo os
diré, tal vez logréis algo.
-Así lo haremos -contestaron a coro-.
Dinos, pues, de qué se trata.
-Cuando veáis las cañas de azúcar de
Zanahary, no las toquéis. Cuando veáis los grandes carneros de Zanahary, no
matéis uno siquiera. Cuando veáis las enormes naranjas de Zanahary, delicia de
los ojos, no las cojáis. Cuando tropecéis con los bien cebados bueyes de
Zanahary, no los asustéis ni tiréis piedra alguna. Cuando alcancéis los ricos
manantiales de Zanahary, no bebáis de sus aguas.
-¿Y luego?
-Llegados que fuereis a la morada de
Zanahary, si él estuviera ausente, saludad a la mujer, y si os da de beber, no
toquéis el asa del cántaro.
Escuchados estos consejos, los seis
hermanos emprendieron el camino, y tan pronto vieron las deliciosas cañas de
azúcar, exclamaron:
-¡Oh, qué maduras y jugosas están! Por
una que cojamos cada uno, ¿quién se va a enterar?
Más allá divisaron los rebaños de
carneros y dijeron:
-¡Qué gordos están y cuántos! Sin
comida, imposible nos será llegar a la meta de nuestra ruta.
Por lo que mataron uno de los carneros
y se lo comieron.
Muy pronto contemplaron los
naranjales; tenían sed y se saciaron de naranjas.
Y cuando pasaron junto a los bueyes,
asombráronse de su magnitud y gordura y no supieron abstenerse de lanzarles
piedras con que amedrentarlos.
Y bebieron a placer en los manantiales
de Zanahary.
Y cuando llegaron a la morada de
Zanahary, olvidáronse de saludar a la esposa, mas pidieron groseramente de
beber, y tomaron el cántaro del asa y bebieron ávidamente.
Y llegó Zanahary.
-¿Qué pretendéis los seis aquí? -les
preguntó.
Los hermanos saludaron con una
profunda inclinación de cabeza y contestaron:
-Hemos venido a visitaros, señor, para
que nos convirtáis en unos gigantes.
-En vuestra ruta, ¿visteis mis cañas
de azúcar?
-Sí, las vimos y cogimos tan sólo una
cada uno.
-¿Visteis mis carneros?
-Sí, los vimos; tanta hambre teníamos,
que nos comimos uno.
-Y mis naranjales, ¿los visteis
también?
-Sí, y tanta era nuestra sed que
cogimos algunas naranjas.
-No habréis tirado piedras a mis
bueyes, ¿verdad?
-Fue éste el que las tiró -dijeron los
cinco hermanos señalando al primogé-nito.
-Cuando entraron en mi morada, ¿te
habrán saludado? -preguntó a su esposa.
-No, por cierto -contestó ésta.
-Y cuando bebieron, lo hicieron con
glotonería y sin soltar el cántaro, ¿verdad?
-Así fue, señor -confirmó la
sirvienta.
Entonces Zanahary exclamó:
-Ya que habéis quebrantado los
consejos de Rafuvatú, y os habéis comportado como brutos faltos de razón,
animales irracionales os tornaréis.
Al instante, el primogénito
convirtióse en lagarto; el segundo, en serpiente; el tercero, en rana; en
repugnante sapo, el cuarto; el quinto, en camaleón, y en murciélago el último
de todos, que era el sexto.
Y mientras ellos habitaban el bosque,
junto con los demás animales, Faralahy heredó los bienes de sus hermanos,
viviendo rico de bienes y de poder.
Y en Madagascar, donde la historia se
cuenta, terminan con esta enseñanza: "El débil jamás debe descorazonarse,
y el que es apuesto y fuerte tampoco debe engreírse."
009. Anónimo (africa)
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