Delgadina
Anónimo
(españa)
Cuento
Esto era
un rey que tenía tres hijas a las que amaba tiernamente. La más pequeña de las
tres se llamaba Delgadina y era la preferida de su padre. Un día el rey la
requirió de amores y Delgadina se negó y le dijo:
‑No lo
quiera Dios, que yo sea la mujer de mi padre y la madrastra de mis hermanas.
En vista
de ello, el rey se enfureció y la mandó encerrar en una celda en la que durante
el día no se veía la luz del sol ni durante la noche la claridad de la luna,
porque estaba en el más profundo de los sótanos del palacio; y dio orden de
que la alimentasen tan sólo con cecinas saladas y le dieran de beber caldo de
pescado. Y allí dejaron encerrada en aquella oscuridad a la pobre Delgadina y
con eso esperaba el rey doblegar su voluntad.
Al año de
estar en la celda comiendo sólo cecina y bebiendo sólo caldo de pescado,
Delgadina ya no pudo resistir la horrible sed que sentía y pidió ver a su madre
para solicitarle que le trajera tan sólo una jarrita de agua. La reina, su
madre, se presentó en la celda vestida con un precioso vestido bordado en oro y
ella le suplicó:
‑Madre de mi alma, déme una
jarrita de agua aunque sólo sea por caridad.
Y le dijo su madre:
‑¡Cómo te
atreves a pedirme nada, tú, que durante un año me has hecho malcasada!
Pasaron los días y Delgadina
mandó llamar a su hermana mayor y le dijo:
‑Hermana
de mi alma, por Dios te pido que te apiades de mí y me traigas una jarrita de
agua.
Y le dijo la hermana:
‑¿Cómo te la daré, mi triste
hermana, que si lo hago seré mal mirada?
Y al otro
día mandó llamar a su otra hermana y le pidió lo mismo y la hermana le
contestó:
‑¡Ay,
pobre de ti, que no puedo darte nada, porque mi padre me hará desgraciada!
Y ya a
Delgadina le faltaban las fuerzas para vivir y mandó llamar a su padre y le
dijo:
‑Padre,
déme una jarra de agua, que en cuanto la haya bebido yo seré su enamorada.
Mandó el
rey que la sacaran al jardín del palacio y también mandó traer vino para él y
agua para la muchacha.
Antes llegó el agua que el vino y Delgadina bebió toda el
agua y cuando terminó de beberla empezó a nacer a sus pies una fuente de agua
clara que la cubrió por entero y desde entonces hay en el jardín del palacio
una fuente que durante todo el año mana y nunca ha dejado de saciar la sed de
cuantos a ella se han acercado.
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