Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 24 de mayo de 2012

Delgadina

Delgadina
Anónimo
(españa)

Cuento

Esto era un rey que tenía tres hijas a las que amaba tiernamente. La más pequeña de las tres se llamaba Delgadina y era la preferida de su padre. Un día el rey la requirió de amores y Delgadina se negó y le dijo:
‑No lo quiera Dios, que yo sea la mujer de mi padre y la madrastra de mis hermanas.
En vista de ello, el rey se enfureció y la mandó encerrar en una celda en la que durante el día no se veía la luz del sol ni durante la noche la claridad de la luna, porque estaba en el más profundo de los sótanos del palacio; y dio or­den de que la alimentasen tan sólo con cecinas saladas y le dieran de beber caldo de pescado. Y allí dejaron encerrada en aquella oscuridad a la pobre Delgadina y con eso esperaba el rey doblegar su voluntad.
Al año de estar en la celda comiendo sólo cecina y bebiendo sólo caldo de pescado, Delgadina ya no pudo resistir la horrible sed que sentía y pidió ver a su madre para solicitarle que le trajera tan sólo una jarrita de agua. La rei­na, su madre, se presentó en la celda vestida con un precioso vestido bordado en oro y ella le suplicó:
‑Madre de mi alma, déme una jarrita de agua aunque sólo sea por caridad.
Y le dijo su madre:
‑¡Cómo te atreves a pedirme nada, tú, que durante un año me has hecho malcasada!
Pasaron los días y Delgadina mandó llamar a su hermana mayor y le dijo:
‑Hermana de mi alma, por Dios te pido que te apiades de mí y me traigas una jarrita de agua.
Y le dijo la hermana:
‑¿Cómo te la daré, mi triste hermana, que si lo hago seré mal mirada?
Y al otro día mandó llamar a su otra hermana y le pidió lo mismo y la her­mana le contestó:
‑¡Ay, pobre de ti, que no puedo darte nada, porque mi padre me hará desgraciada!
Y ya a Delgadina le faltaban las fuerzas para vivir y mandó llamar a su padre y le dijo:
‑Padre, déme una jarra de agua, que en cuanto la haya bebido yo seré su enamorada.
Mandó el rey que la sacaran al jardín del palacio y también mandó traer vino para él y agua para la muchacha. Antes llegó el agua que el vino y Delgadina bebió toda el agua y cuando terminó de beberla empezó a nacer a sus pies una fuente de agua clara que la cubrió por entero y desde entonces hay en el jardín del palacio una fuente que durante todo el año mana y nunca ha dejado de saciar la sed de cuantos a ella se han acercado.

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