Unos
hombres que iban a recoger agua al río encontraron al perro que,
hambriento como estaba, les pidió algo para comer. Los hombres no
llevaban nada pero le prometieron que en caso de encontrar algo le
avisarían. Más adelante encontraron al gato que tenía la misma
pretensión y recibió idéntica respuesta.
Al
llegar al río vieron que la paloma estaba en lo alto de un árbol,
feliz de poder vivir en aquel lugar. De regreso al pueblo le dijeron
al gato: «Junto a la orilla del río vive una paloma1.
Si consigues atraparla téndrás buena comida». Y cuando encontraron
al perro le hicieron una afirmación similar: «Sabemos una comida
suculenta para ti: acércate al río y podrás atrapar a un gato».
El
gato se acercó al río, vio a la paloma e intentó convencerla para
que bajara del árbol. La paloma no le hacía caso y entonces el gato
escribió algo en un papel y lo mostró a la paloma diciendo: «Es un
edicto del rey. Ordena que todos los animales seamos amigos. De
manera que puedes bajar sin ningún temor».
La
paloma, más confiada, empezó a bajar. Pero en aquel momento llegó
el perro y empezó a perseguir al gato. La paloma pensó que era muy
raro que ahora el gato no utilizara el edicto real para salvar su
propia vida, y comprendió que solamente había sido una estratagema
para poder comérsela.
Desde
aquel día el perro, el gato y la paloma son enemigos y se persiguen
el uno al otro.
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
1
Obsérvese
el parecido de este cuento con la fábula XV, libro segundo, de Jean
de La Fontaine, Le
Coq et le Renard.
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