Había
un pueblo gobernado por un rey muy cobarde. Todos los habitantes
criaban gallinas y la aldea estaba llena de gallineros. Un día las
gallinas empezaron a desaparecer. El rey, que se levantaba antes que
nadie para ir a hacer sus necesidades en la playa, vio unas extrañas
huellas. Eran unas pisadas de perro, pero no se atrevió a seguirlas.
Al
regresar a su casa contó a su hijo lo que había visto, rogándole
que lo guardara en secreto: no quería tener que enfrentarse a nadie.
El chico, a la mañana siguiente, siguió las huellas del perro: vio
que llegaban hasta la cueva de Jowo Bumbu, lugar donde el perro
ladrón guardaba las gallinas que había robado.
El
rey, enterado de la noticia, seguía con su actitud tan cobarde como
siempre. Y las gallinas continuaban desapareciendo sin que moviera,un
dedo para remediarlo.
Hasta
que un día el muchacho le preparó una trampa al perro: hizo un
corral de paja, ató dentro de él a una gallina y esperó a que
anocheciera. Cuando el perro vio aquella gallina atada se abalanzó
sobre ella; entonces el chico pegó fuego al corral y el perro murió
abrasado,
Cuando,
a la mañana siguiente, el rey se levantó tempranito, vio a su hijo
junto al perro muerto. Se acercó a él y le pidió que guardara
aquel secreto.
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
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