Hubo
una época en que un pueblo muy tranquilo fue presa del terror:
cuando los mayores habían salido a pescar o a la finca y sólo
quedaban los niños y los enfermos, venía un gigante y cada día se
llevaba a algunos de ellos. Hasta que el pueblo se quedó sin niños
porque se los había llevado a todos, incluso al hijo del rey.
Éste
hizo una proclama: «Al que sea capaz de encontrar a mi hijo le daré
la mitad de mis riquezas». Y a partir de aquel momento todos los
hombres y mujeres del pueblo se adentraron en el bosque para buscar
la guarida de aquel miserable.
Buscaron
durante días y días y nadie la encontró. Hasta que un pobre viejo,
merodeando en lo más profundo de la espesura, oyó esta canción:
Mañana
me comeré a un niño
su
padre no sabe su nombre
su
nombre es Berberino.
El
viejo se mantuvo al acecho y observó que se trataba del malvado
gigante: tenía a su alrededor muchos cadáveres de niños y se
aprestaba a dar cuenta de algunos más. Entonces regresó al pueblo
donde se organizó una gran partida de hombres armados: se dirigieron
a la guarida del gigante y entre todos consiguieron vencerle y
rescatar a los niños, entre los que se encontraba el hijo del rey.
El
monarca cumplió su palabra y concedió la mitad de sus riquezas al
viejo, que desde entonces pudo vivir sin trabajar.
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
No hay comentarios:
Publicar un comentario