Tamai
era un viejo pescador que tenía muchas hijas y una caña mágica con
la que pescaba más y mejor que los demás hombres del pueblo. Antes
de morir indicó que la caña debía pasar de generación en
generación, pero su propietario debía ser siempre un varón.
Una
de sus hijas dio a luz un niño. Y cuando se hizo mayor heredó la
caña, tal como el abuelo había dispuesto. Pescaba muchos peces y
los repartía siempre con sus amigos. Pero un día salió solo y el
anzuelo se le atascó en una roca del fondo. Su padre le había
advertido que, cuando esto ocurriera, no cortara el hilo; de manera
que el muchacho dejó una boya con la caña y regresó al pueblo a
contárselo a su padre.
Éste
había aprendido de labios de Tamai una canción mágica para estos
casos. Embarcó con el muchacho en el cayuco y, al llegar a la boya,
empezó a cantarla:
Tamai
txadun.
Al
instante el anzuelo salió y el chico pudo volver al trabajo. Pero
como el muchacho lo compartía todo con sus amigos, también les
enseñó la canción. Y desde entonces todos los niños de Annobón,
cuando se les atasca algún anzuelo, la cantan:
Tamai
txadun.
Padjil
txadun.
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
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