Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 27 de octubre de 2014

El rey que se caso con doce mujeres .100

Un joven príncipe había heredado el reino de su padre; se casó con una mujer muy bella y, como las cosas del matrimonio le iban tan bien, siguió casándose hasta verse con doce mujeres. A todas las amaba igualmente, pero la primera era la que decidía todo lo que concernía a las demás.
Resultó que las doce quedaron embarazadas. El rey tenía que salir de viaje y ordenó: «Quiero que todas mis mujeres hagan exactamente lo mismo que la primera: cuando ésta para, todas tienen que dar a luz; si tiene un niño, todas deben tenerlo; y si da a luz a una niña todas deben hacer lo mismo».
Cuando llegó el momento la primera mujer dio a luz una hermosa niña; y lo mismo ocurrió con las demás mujeres excepto con una, que se retrasó. El primer ministro mandó poner una guardia frente a la casa de esta última y más adelante, cuando cumplió el plazo, dio a luz a un varón.
La comadrona y los guardias encontraban que las órdenes del rey eran absurdas y dejaron que la pobre mujer huyera. Se adentró en el bosque y, en una cueva que encontró junto a una roca, crió al niño hasta que fue mayor. Entonces le preguntaba a su madre: «¿En todo el mundo no vive nadie más que nosotros?». La mujer le respondía que no y trataba de inculcarle el deseo de no ir más allá del territorio que conocía.
Sin embargo, el muchacho fue alimentando una gran curiosidad y, al cabo de un tiempo, dejó a su madre y se marchó en dirección a Awal. Antes de llegar a aquel pueblo encontró a unos chicos que se bañaban en el río. Quedó tan sorprendido al comprobar que no era el único ser humano que existía como ellos al ver a un chico con un aspecto tan salvaje.
Poco a poco fueron confiándose, se bañaron juntos y le llevaron a su casa. Allí le cortaron el pelo, le vistieron y le peinaron. Al realizar esta última operación el peine chocaba contra unos enormes chichones que el muchacho tenía en la cabeza; y cada vez brotaban montones de monedas de aquellos chichones extraños. El joven y sus amigos, por lo tanto, se fueron haciendo ricos y vivían en un lujo considerable.
La hija del rey de Awal estaba en edad de casarse. No quería a alguien vulgar; de manera que, al enterarse de que en el pueblo vivía un muchacho extraño, fue a visitarle. Nuestro muchacho era guapo y apuesto, por lo que pronto se celebró la boda. El nuevo príncipe ordenó a los soldados del rey y a sus amigos que fueran a buscar a su madre, pero ésta ya había muerto y lo único que pudieron hacer fue enterrar sus restos.
El príncipe pudo sobreponerse a su desgracia. Y desde entonces vivió en paz, con toda clase de felicidad, y en la posición que le correspondía por su linaje.

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050

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