La
gente que vivía en el pueblo de San Pedro estaba aterrorizada: un
ogro les amenazaba constantemente y se comía a los que salían al
bosque. Por eso habían decidido cultivar las fincas detrás mismo de
las casas. Eran unas fincas pequeñas y en el pueblo se pasaba mucha
hambre.
Una
noche oyeron una voz cavernosa que decía: «Ya no tenéis que tener
miedo. El ogro que os atemorizaba ha muerto. Podéis ir al bosque con
tranquilidad». Alborozados, a la mañana siguiente se dirigieron a
rehacer sus fincas. Pero en mitad del camino aquel ogro volvió a
aparecer y se comió a cinco de ellos.
De
cuando en cuando la voz se repetía. Y los habitantes de San Pedro
iban engordando al ogro con su credulidad. Hasta que un niño de
siete años decidió investigar qué pasaba: se ocultó bajo unas
matas y esperó a que llegara el propietario de aquella voz, que
resultó ser el mismo ogro: cada vez que sentía hambre se acercaba
al pueblo y efectuaba el engaño.
El
niño pidió a los mayores que a la entrada del pueblo hicieran un
gran hoyo con una trampa. Cuando el ogro regresó a repetir el engaño
cayó en ella; y a la mañana siguiente todos los habitantes del
pueblo acudieron allí con piedras y con flechas para darle muerte.
Gracias
a aquel niño pequeño la tranquilidad retornó a la gente.
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
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