Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 27 de octubre de 2014

La banana magica .033

Un pescador muy egoísta vivía en un pueblo con su familia. Eran muy pobres y, como él solía pescar muy poco, pasaban hambre y vivían mal.
Un día, al regresar de la pesca, el hombre subió a un cocotero y cortó un coco: éste, al llegar al suelo, empezó a rodar y se metió en un hoyo. El pescador lo fue siguiendo, y al bajar al hoyo se encontró en un sótano donde había una vieja. Ésta escuchó la amarga historia de su familia y, conmovida, le dio una banana mágica: «Te dará todo lo que le pidas. Pero tienes que prometerme que lo compartirás todo con los tuyos».
El hombre así lo prometió. Pero se metió en el bosque y allí pidió a su banana que dispusiera una mesa con toda clase de comida. La banana así lo hizo. Y el hombre, después de hartarse cuanto quiso, la escondió y regresó a casa. Entregó a su mujer lo que había pescado y él, quejándose de un gran dolor de barriga, se metió en la cama.
Durante muchos días las cosas se repitieron de la misma guisa. Hasta que la mujer, desconcertada por la conducta de su marido, pidió a uno de los hijos que le siguiera. El muchacho observó lo que su padre hacía y, regresando a casa, lo contó a su madre.
Entonces la mujer cogió a los hijos y se dirigieron todos al bosque. Cogieron la banana y le pidieron que dispusiera una mesa igual de grande. Cuando hubieron saciado su hambre le ordenaron que les construyera una gran casa donde vivir, con muchos guardianes para impedir que entrara en ella el pescador egoísta.
Cuando éste terminó su trabajo y regresó al bosque, descubrió sorprendido que su banana había desaparecido. Entonces cortó otro coco; y, al llegar al sótano de la vieja y contarle lo sucedido, vio con satisfacción que la anciana le daba otro objeto mágico, un palo, con las mismas instrucciones: «Te dará todo lo que le pidas, pero debes compartirlo con los tuyos».
El pescador, sin embargo, se dirigió de nuevo al bosque. Una vez allí pidió al palo que dispusiera una mesa llena de toda clase de comida. Pero el palo, en lugar de eso, hizo aparecer un ejército de guardianes armados que apalearon al egoísta hasta dejarlo muerto.

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050

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