Un
pescador muy egoísta vivía en un pueblo con su familia. Eran muy
pobres y, como él solía pescar muy poco, pasaban hambre y vivían
mal.
Un
día, al regresar de la pesca, el hombre subió a un cocotero y cortó
un coco: éste, al llegar al suelo, empezó a rodar y se metió en un
hoyo. El pescador lo fue siguiendo, y al bajar al hoyo se encontró
en un sótano donde había una vieja. Ésta escuchó la amarga
historia de su familia y, conmovida, le dio una banana mágica: «Te
dará todo lo que le pidas. Pero tienes que prometerme que lo
compartirás todo con los tuyos».
El
hombre así lo prometió. Pero se metió en el bosque y allí pidió
a su banana que dispusiera una mesa con toda clase de comida. La
banana así lo hizo. Y el hombre, después de hartarse cuanto quiso,
la escondió y regresó a casa. Entregó a su mujer lo que había
pescado y él, quejándose de un gran dolor de barriga, se metió en
la cama.
Durante
muchos días las cosas se repitieron de la misma guisa. Hasta que la
mujer, desconcertada por la conducta de su marido, pidió a uno de
los hijos que le siguiera. El muchacho observó lo que su padre hacía
y, regresando a casa, lo contó a su madre.
Entonces
la mujer cogió a los hijos y se dirigieron todos al bosque. Cogieron
la banana y le pidieron que dispusiera una mesa igual de grande.
Cuando hubieron saciado su hambre le ordenaron que les construyera
una gran casa donde vivir, con muchos guardianes para impedir que
entrara en ella el pescador egoísta.
Cuando
éste terminó su trabajo y regresó al bosque, descubrió
sorprendido que su banana había desaparecido. Entonces cortó otro
coco; y, al llegar al sótano de la vieja y contarle lo sucedido, vio
con satisfacción que la anciana le daba otro objeto mágico, un
palo, con las mismas instrucciones: «Te dará todo lo que le pidas,
pero debes compartirlo con los tuyos».
El
pescador, sin embargo, se dirigió de nuevo al bosque. Una vez allí
pidió al palo que dispusiera una mesa llena de toda clase de comida.
Pero el palo, en lugar de eso, hizo aparecer un ejército de
guardianes armados que apalearon al egoísta hasta dejarlo muerto.
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
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