Un
viejo muy viejo vivía en el pueblo de San Antonio, dedicándose a la
fabricación de vino de palma1.
Tenía algunos problemas en la vista, de manera que optó por tener
un joven ayudante.
Éste
empezó haciendo los trabajos que el viejo no podía realizar; pero
como la enfermedad del anciano se iba agudizando, terminó por
hacerlo todo. Entonces empezó a aguar el vino, que cada vez sabía
menos dulce. El viejo comprendía lo que estaba pasando, y decidió
darle una pequeña lección.
Un
día de gran fiesta preparó dos calabazas llenas de agua. Cuando el
joven llegó a la casa, le dijo: «Estas dos calabazas están llenas
del mejor vino que dan mis palmeras preferidas. Llévalas- a la
ciudad y vende caro, ya que se trata de vino de la mejor calidad».
El
muchacho cogió las calabazas y, nada más llegar a la ciudad, se
dirigió al mercado proclamando las excelencias de su mercancía. Mas
al llegar el momento, de aquellas calabazas no salió más que agua,
para disgusto de los clientes y ridículo del vendedor.
El
pícaro ayudante no comprendía lo que había sucedido, mientras que
el viejo no cesaba de repetir: «Era el mejor vino de mis palmeras
preferidas». Hasta que el joven advirtió que se estaba burlando de
él.
Entonces
prometió que en adelante sería más honrado. Y los vinos de su amo
recuperaron su dulzura.
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
1
Tope
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