En
un pueblo de la isla de Annobón vivía un hombre que era objeto de
burla por parte de todos los vecinos, porque, pese a tener ya una
edad bastante madura, no había conseguido casarse. El pobre porfiaba
con su fortuna y envidiaba la de los demás. Pero sus intentos
chocaban siempre con la negativa de las mujeres y de sus familias,
que no querían emparentar con él.
Un
día apareció en el pueblo una mujer hermosa como la hija del sol:
era rubia y de una belleza singular. Ante el asombro de todos,
accedió a las pretensiones del soltero maduro y se casó con él sin
titubear. Se celebró la boda y la pareja vivía corno en un ensueño:
los dos eran muy felices, se comprendían y se ayudaban. Y al cabo de
poco tiempo les nació un hijo varón, rubio como su madre.
El
marido estaba deseoso de demostrar su gratitud a la mujer que amaba.
Y en cierta ocasión, aprovechando un viaje a la ciudad, le compró
un espejo y se lo regaló con toda ilusión. Ella aceptó complacida
el regaló de su marido: había oído hablar de los espejos1,
pero nunca había tenido la ocasión de poseer uno. De manera que lo
guardó con sumo cuidado.
Al
día siguiente quiso verlo de nuevo. Era un objeto precioso, digno
del amor que su marido le profesaba. Sin embargo, al darle la vuelta,
descubrió que contenía otra mujer, rubia y hermosa como ella misma.
Entonces se alarmó: «¿Es que no he sido una buena esposa para él,
desde el mismo momento en que nos casamos? Y, si es así, ¿qué
necesidad tiene de mantener una concubina en casa?».
Entristecida,
guardó el espejo de nuevo. Y cada mañana lo volvía a mirar, con la
esperanza de que aquella forastera hubiera abandonado su hogar; sin
embargo volvía a encontrarla allí, gozando del favor de su marido.
La
esposa se desesperaba por tal situación; y al cabo, celosa y
dolorida, tomó el espejo entre sus brazos y se arrojó con él desde
lo alto de un barranco.
La
buena esposa se convirtió en estrella, y dicen que va preguntando:
«¿Habéis visto ese lucero que se peina en el río?».
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
1Nuestro
informador nos contó la versión en castellano de este cuento en
forma de versos rimados. Ello supone una elaboración posterior
importante, a partir del original annobonés, por lo que no hemos
considerado oportuno conservarla en un tipo de publicación como la
presente.
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