Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 26 de octubre de 2014

El chico que queria ser rico .043

Una vez un chico oyó que los ancianos comentaban lo siguiente: «Si alguno de nuestros muchachos fuera una temporada a otro pueblo, volvería rico». Él quería serlo, así que decidió irse del pueblo a buscar fortuna. Después de pasarse muchos días andando, encontró un río. Se acercó a él para beber agua, y en el momento de agacharse alguien le llamó: volvió la cabeza y vio a una mujer muy vieja con los ojos llenos de legañas. Ella le dijo: «Yo soy la dueña de este río. No bebas su agua, porque no tendrás buen camino. Lo que debes hacer es limpiarme las legañas con tu lengua».
El muchacho quería ayudar a la vieja, pero aquellas legañas le causaban una gran repugnancia. Se ofreció a limpiárselas con un pañuelo limpio, pero ella rehusó. Entonces el joven montó en cólera; y pese a la insistencia y las advertencias de la vieja, bebió agua de aquel río y prosiguió su camino hasta llegar a un pueblo desconocido.
Encontró trabajo en casa de un mercader. Al cabo de un mes el hombre hizo inventario de su tienda y advirtió que le faltaban mercancías y dinero. Como allí sólo trabajaba el muchacho, le acusó delante del tribunal; y en lugar de pagarle su salario le metió en la cárcel. El pobre chico era inocente, pero sus proclamas no sirvieron de nada: dio con sus huesos en la prisión del pueblo y allí vivió miserablemente hasta que un día, aprovechando que le habían llevado a trabajar al bosque, se escapó y emprendió el camino de regreso a su pueblo natal. Mientras caminaba por el bosque volvió a encontrar a la vieja, que le dio una segunda oportunidad: «Pero sólo tendrás buen camino si me lames las legañas y no bebes el agua de este río». Esta vez el muchacho complació a la anciana sin rechistar: le lamió las legañas hasta que tuvo los ojos limpios y regresó al pueblo del mercader, que volvió a aceptarlo a su servicio. Siguiendo los consejos de la vieja, cada vez que el dueño salía de la tienda el chico cantaba tres veces esta canción:

Fiole fiole
amandjingria mandjangra
fiole fiole1

Al cabo de un mes el mercader hizo inventario de la tienda; y, al encontrar que tenía mucho más de lo debido, se mostró agradecido con el muchacho: le pagó el salario de aquel mes y el de la otra vez, y le ofreció una buena recompensa.
El muchacho regresó al pueblo rico y todos celebraron su hazaña.

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050

1Fórmula mágica carente de significado.

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