Una
vez un chico oyó que los ancianos comentaban lo siguiente: «Si
alguno de nuestros muchachos fuera una temporada a otro pueblo,
volvería rico». Él quería serlo, así que decidió irse del
pueblo a buscar fortuna. Después de pasarse muchos días andando,
encontró un río. Se acercó a él para beber agua, y en el momento
de agacharse alguien le llamó: volvió la cabeza y vio a una mujer
muy vieja con los ojos llenos de legañas. Ella le dijo: «Yo soy la
dueña de este río. No bebas su agua, porque no tendrás buen
camino. Lo que debes hacer es limpiarme las legañas con tu lengua».
El
muchacho quería ayudar a la vieja, pero aquellas legañas le
causaban una gran repugnancia. Se ofreció a limpiárselas con un
pañuelo limpio, pero ella rehusó. Entonces el joven montó en
cólera; y pese a la insistencia y las advertencias de la vieja,
bebió agua de aquel río y prosiguió su camino hasta llegar a un
pueblo desconocido.
Encontró
trabajo en casa de un mercader. Al cabo de un mes el hombre hizo
inventario de su tienda y advirtió que le faltaban mercancías y
dinero. Como allí sólo trabajaba el muchacho, le acusó delante del
tribunal; y en lugar de pagarle su salario le metió en la cárcel.
El pobre chico era inocente, pero sus proclamas no sirvieron de nada:
dio con sus huesos en la prisión del pueblo y allí vivió
miserablemente hasta que un día, aprovechando que le habían llevado
a trabajar al bosque, se escapó y emprendió el camino de regreso a
su pueblo natal. Mientras caminaba por el bosque volvió a encontrar
a la vieja, que le dio una segunda oportunidad: «Pero sólo tendrás
buen camino si me lames las legañas y no bebes el agua de este río».
Esta vez el muchacho complació a la anciana sin rechistar: le lamió
las legañas hasta que tuvo los ojos limpios y regresó al pueblo del
mercader, que volvió a aceptarlo a su servicio. Siguiendo los
consejos de la vieja, cada vez que el dueño salía de la tienda el
chico cantaba tres veces esta canción:
Fiole
fiole
amandjingria
mandjangra
fiole
fiole1
Al
cabo de un mes el mercader hizo inventario de la tienda; y, al
encontrar que tenía mucho más de lo debido, se mostró agradecido
con el muchacho: le pagó el salario de aquel mes y el de la otra
vez, y le ofreció una buena recompensa.
El
muchacho regresó al pueblo rico y todos celebraron su hazaña.
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
1Fórmula
mágica carente de significado.
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