En
un pueblo vivía una familia con tres hijos. La madre murió y el
padre, enfermo de muerte, reunió a sus hijos y les dijo: «Dejaré
la mayor parte de mi fortuna a aquel que consiga traerme el agua de
la vida».
Los
tres hermanos partieron juntos hasta llegar a un cruce de tres
caminos. Allí decidieron separarse y acordaron que, a la vuelta, se
esperarían para regresar juntos a la casa paterna. Así, el pequeño
tomó el camino de la derecha y al cabo de un rato tropezó con un
gigante que, al conocer sus deseos, le dijo: «Para encontrar el agua
de la vida debes seguir por ese camino que está lleno de cadáveres:
son personas que lo han intentado antes que tú y que yo me he
encargado de matar, porque mi misión es impedir que alguien pueda
encontrarla. Si quieres seguir vivo, pues, regresa por donde has
venido».
El
chico era prudente y no se enfrentó al gigante. Dio media vuelta y
al cabo de poco encontró a una vieja que, tras pedirle algo de
comida y al ver que el muchacho era generoso, le dio una hierba:
debería encenderla al encontrar al gigante y éste moriría. En
efecto, así sucedió; y el chico emprendió el camino del agua de la
vida y caminó y caminó durante años enteros sin dar con ella.
Por
fin volvió a encontrar a la anciana que, tras pedirle nuevamente
algo de comida y comprobar su generosidad, dijo: «Ya estás muy
cerca del lugar que buscas. Sigue un poco más y encontrarás un
palacio. Entra en él y hallarás a una chica dormida. Debajo de su
almohada se encuentra una botellita llena del agua de la vida. Como
vas a necesitar ayuda, te doy este caballo flaco para que no tengas
problemas».
La
vieja desapareció y el muchacho montó en el caballo y prosiguió su
aventura. Llegó al palacio y, al entrar en él y ver a la chica
dormida, pensó que su hermosura era tan extraordinaria que le
gustaría vivir con ella. Pero era consciente de su misión y,
saliendo del palacio, montó en el caballo flaco para regresar a
casa.
Había
tardado tanto que sonó una de las campanas del palacio; la chica se
despertó y, observando lo ocurrido, emprendió una veloz persecución
en un caballo volador. Desde lo alto divisó al muchacho y,
lanzándole su arma, le mató. Mas al acercarse vio que era muy
bello: dijo unas palabras mágicas y él resucitó y pudo seguir su
camino hasta llegar al cruce de caminos:
Allí
encontró a sus hermanos y regresaron a la casa de su padre. Entonces
el hermano pequeño sacó la botellita con el agua de la vida y el
padre sanó y le entregó la mayor parte de su fortuna.
Los
otros dos hermanos, envidiosos, querían matarle. La chica, que les
había seguido a distancia sin que se hubieran dado cuenta, cogió al
muchacho y, volando en su corcel, se lo llevó a su palacio del
bosque. Desde entonces viven allí con toda suerte de felicidad.
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
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