Había
dos chicos que habían crecido juntos en el mismo pueblo. Al llegar a
cierta edad se enamoraron de dos muchachas de Awal; y, aunque ese
pueblo estaba muy lejos, sus padres les dieron permiso para ir a
buscarlas.
Al
llegar a un cruce de caminos decidieron separarse: uno iría por la
derecha y el otro por la izquierda, pasarían una semana en Awal y
regresarían pero, de vuelta, el primero que llegara al cruce debería
esperar al otro.
Así
lo hicieron. El primero siguió por la derecha y, al cabo de un rato,
encontró a un viejo que le dijo: «Cuando regreses de Awal no
vuelvas la cabeza para nada». Mientras que el que tomó el camino de
la izquierda llegó a Awal sin encontrar a nadie.
Estuvieron
una semana en aquel pueblo: sus suegros les recibieron con toda clase
de atenciones y permitieron a sus hijas que se casaran con ellos.
Pasada aquella semana cada cual regresó con su novia por el mismo
camino por el que había llegado.
De
pronto, el que seguía el camino de la derecha oyó un feroz aullido:
era un perro enorme. El muchacho protegió a su novia sin volver la
cabeza; y cuando el perro estuvo a su altura cogió un cuchillo y lo
degolló después de vencer una fuerte resistencia. Entonces salió
del cadáver del perro la figura del anciano, que le dijo: «Has
demostrado ser muy valiente. Debes casarte, porque has superado la
prueba».
Llegó
al cruce, donde esperó a su compañero. Ambos regresaron al pueblo
con sus novias y, con la bendición de sus padres, se celebró la
boda y fueron muy felices.
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
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