El zorro con el tigre eran amigos.
El tigre lo mandaba al zorro a la represa:
Porque cuando él venia a la represa
los animales no se arrimaban. Le tenían miedo. Bueno, el zorro 'taba áhi. En
eso llega al agua una tamberita linda, dice, que era como pa partila con la
uña, diz qui había síu.
Bueno... Viene el tigre. Qué apenas
se agachó la ternera a tomar agua, ya le pegó el zarpazo. Y la voltió. Ya la
descogotó y ya lo
metió pal monte también, ¿no? Bué...
Va y carnia allá. Y va y queda el
zorro, mirando. Como él era baquiano
pa carniá. El zorro no sabía, po, animal grande, no es como el chico, que el
zorro caza el cabrito, caza la gallina. Bueno... Entonce le dice (él comía lo
mejor, los asados mejor del pecho, que le sacaba, y el zorro daba vueltas):
-Y me tiene que dar, tío. Yo me
seco estando en la represa pa que usté coma y ahora no me va industriar
nada.
-No. Te va hacer mal. No es bueno
que comás vos. Bué...
Come bien y se echa a dormir. Y le
ordena, po, que se quede ahí. Cuando sienta algún ruido que viene la comisión.
Saca la vejiga, la sopla bien y le
empieza a juntar los moscos que andan ahí, y la ata. La llena a la vejiga,
¿no?, de moscos. ¡Uh!, ¡uh!, ¡uh!, ¡uh! -que decía.
Y había salíu el tigre con la
vejiga atada a la cola. Y disparaba por medio de esos montes haciendo pedazo
los palos.
Y el zorro áhi había aprovechau.
Había comíu y si había ido pa la tía. A la madrugada, después llega allá en la
tía.
-Pero, no puede ser, hijo -dice.
Cómo voy a crer que te va a mandar a eso. No puede ser, no puede ser.
-¡Ay!, ¡qué muchacho atrevido! -que
le dice. ¡Cómo te voy a dejar tocar la rodilla! ¡Si sabe tu tío!
Bueno...
-¡La gran puta, carajo! -dice.
¡Cómo voy a crer eso que duerma con la tía!... Pero, no se me va escapar. No se
me va a escapar ni aunque siá como siá, pero en mis manos va a morir.
Entonce, va y los ha pillau a los
zorros y los ha atajau. Y los hacía que guanien,
a ver si era carne lo que habían comíu, ¿no? Nada. Habían comíu tuscas. Algarroba
de tusca comen los zorros. Y como no habían comido carne, los largaba.
Y va, lu halla a uno dormido bajo
di un árbol, bajo di un churqui. Y entonce agarra un palito y le mete en la
nariz, en el hocico.
Bué... Entonces el tigre le pega el
zarpazo ¿no? Y se le va del medio 'e las manos. Sale y se le escapa y se va. Y
el otro lo persigue todo el día, y no lu ha podiu villar. Y bueno, entonce, ya
viendo que no lu iba a pillar, va pa la casa. Y le dice a la mujer:
-Mirá, me ha hecho burla ese
bandido -dice- y no lu hi podido pillar. Pero no se me va escapar. Ahora me voy
hacer el muerto y vos vas a mandar hacer el cajón y me vas a poner, y vas hacer
avisar a la madre del zorro, que he muerto, que venga. Áhi lo vuá pillar.
-No -dice, no lo vuá esperar. Yo
me voy porque tengo apuro. Les ha hecho avisar mi tía -dice- que ha muerto mi
tío, el tío de ustedes, que vayan al velorio.
Se apura y viene y cocina la
gallina que ya había venido sobando Juan. Comen. Esperan la oración y ensilla
el caballo y la alza a la madre en las ancas y la lleva.
-¡Hola, tía! ¿Cómo le va? Siento
mucho -dice- la muerte de su marido -le dice él, ¿no? dice Juan. Yo no creo que
mi tío ha muerto. Yo voy a crer si se pé.
El zorro es muy vivo. No le va
hacer nada así no más. Y no lo pudo pillar no más, y quedó con la bandera el
zorro que había dormíu con la tía.
Rita Vera de Barrionuevo, 91 años.
Santiago del Estero, 1970.
Cuento 116. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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