El zorro si había hecho compagre del gallo porque andaba
con intención de comerlo. Y güeno, un día lo agarró descuidau y se lo llevaba
en la boca.
Lo vieron unas mujeres y
empezaron a gritarle:
-¡El zorro se lleva el
gallo! ¡El zorro se lleva el gallo!
Entonce el gallo, más
vivo que el zorro, le dice:
-Digalés compagre que
¡qué les importa!, qui usté me lleva porque es mi compagre.
El zorro que 'taba
rabioso con los gritos de las mujeres, se da güelta y les dice, muy enojado:
-¡Qué les importa,
metidas, si lo llevo porque es mi compagre!
Abrió la boca el zorro y
el gallo aprovechó y se voló a un árbol. Se subió bien alto, contento di
haberse salvado por un milagro.
El zorro, qui había
perdido la presa por zonzo, empezó a decirle al gallo:
-Bajesé, compagrito, y
sigamos juntos. Yo lo llevaba a pasiarse, así alzadito en mi boca.
El gallo en vez de
contestarle, miraba lejos y contaba:
-Uno, dos, tres, cuatro y
el cazador.
Y el zorro li hablaba y
el gallo seguía contando:
-Uno, dos, tres, cuatro y
el cazador.
-¿Qué está contando, compagre? -le dice el
zorro muy intrigado.
-¡Son unos perros que
vienen áhi cerquita con un cazador!
-Di aquel lau, compagre,
¡dispare!
Y el pícaro gallo lu hizo
dispará pal lau que venían los perros, y lo mataron al zorro.
Florencia Lucero, 48
años. Potrerillos. Luján. Mendoza,
1951.
Campesina que vive en
esta región de las montañas andinas. Analfabeta. Buena narradora. En su
lenguaje hay influencia del habla rústica de Chile.
Cuento 33. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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