El lión carniaba y comía y no lo
dejaba ni probar al zorro. El zorro le empezó a pedir de varias partes y el
lión no le daba nada. Ya se moría di hambre el zorro y le dice:
El zorro miraba con desesperación
que el lión comía toda la carne fresquita. Se le caían las babas di hambre al
pobre zorro. Ya iban quedando güesos no más. Con voz suplicante le volvió a
decir:
Y el lión seguía gruñendo y
comiendo. Y ya no quedaron del animal más que las pezuñas y las aspitas. Le
dijo el lión que eso podía llevar.
Bueno... El zorro alzó la última
parte de las patas, las pezuñas, y las aspitas. Entonces pensó cómo se podía
vengar.
Se jue y buscó un malezal bien
espeso y áhi acomodó las aspas como si una vaquillona se hubiera metido. Con
las pezuñas hizo rastros en la tierra como si el animal hubiera entrado
caminando. El malezal tiene espinas muy bravas, porque hay un montón de zarzas
de uñas de gato y alpatacos,
que al que cái áhi lo clavan por todas partes. Ahí lo quería hacer cáir el
zorro al lión pa vengarse.
-Una vaquillona más gorda que la de
ayer, se ha metíu en un yuyal, y áhi 'ta comiendo. Es la oportunidá que la vaya
a cazó en seguidita. Yo soy más chico que usté y con poco me conformo.
El lión si hacía el que no tenía
mucho interés, pero claro, ya tenía muchas ganas de darse un buen almuerzo.
Áhi 'tá entretenida comiendo, la
vaquillona. Cuando 'té cerquita, dé un salto bien alto y se zampa encima pa que
no se dispare.
Y el lión contento de tener una
presa tan cerca, tomó impulso, dio un salto lo más alto que pudo y cayó con
todo el peso justo ande 'taban los cachitos, ande había más espinas, en lo más
espeso del malezal.
Áhi quedó clavado entre las espinas que lo taparon y no lo dejaban ni moverse.
Ahora jue el zorro el que largaba las carcajadas de risa. Entonce el zorro le
decía al lión que se revolcara no más de dolor y que se comiera otra vez solo
la vaquillona. El lión 'taba los rugidos qui hacía temblar la tierra. Y áhi lo
dejó solo el zorro y se escapó. Y áhi quedó el lión el cuero aujeriau de las
espinas.
Y se disparó el zorro y no volvió
más por la casa del lión del miedo de la liona que lu iba a matar cuando se
enterara de su picardía.
Cesáreo Escudero, 69 años.
Chacharramendi. Utracán. La
Pampa , 1964. Campesino dedicado a las tareas ganaderas. Buen
narrador.
Chacharramendi: pueblo de
ambiente rural.
Cuento 205. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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