Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 31 de octubre de 2014

Un buen purgante .003

Un padre, una madre y un hijo vivían en el pueblo de Awal. Cada mañana el hijo se dirigía a la playa para recoger agua salada: la dejaban evaporar y, con la sal que se depositaba, la madre podía preparar la comida para todos.
Sin embargo, la buena mujer estaba intrigada: cada vez que su hijo iba a la playa encontraba a un viejo encima de una roca que, ofreciéndole una vasija, le pedía que se la llenara también de agua salada. El chico era complaciente y obedecía al anciano. Pero su madre era curiosa y le sugirió: «Cuando vuelva a pedirte agua salada, dile que podría compartir su comida contigo».
El muchacho cumplió lo que su madre quería. Y el viejo, que no tomaba más que aquella agua, contestó: «No tengo ningún inconveniente en compartirla, aunque a lo mejor te resultará una comida un poco amarga».
Al regresar a casa, el chico sentía un dolor de vientre muy agudo, que le obligó a acostarse con rapidez. Y al día siguiente sufrió una fuerte diarrea.
La madre comprendió lo ocurrido. Y desde aquel día, en la isla de Annobón, se utiliza el agua del mar para ablandar y limpiar el estómago.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050

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