Un
hombre que tenía tres hijos era tan pobre que tenía que robar para
darles de comer y por eso le llamaban umalum1.
Tenía un vecino rico y un día le robó una gallina. Él insistía
para que su mujer la matara, pero ésta no quería hacerlo.
¿A
qué se debía el extraño comportamiento de la esposa? Pues resulta
que ésta tenía un amante que era muy amigo del propietario de la
gallina y sabía que era una ave prodigiosa que podía conceder
algunos dones: el que se le comiera el hígado tendría un montón de
dinero; el que se le comiera la cabeza obtendría una lluvia de
monedas cada vez que se peinara; y el que se le comiera el corazón
lo sabría todo. Por eso aquel amante, que quería apropiarse de
estos dones, insistía en que la mujer se divorciara para
compartirlos.
Finalmente
ésta lo hizo así. Y, ya divorciada, se llevó a sus hijos y a la
gallina a la casa de su nuevo marido. Éste ordenó que, mientras iba
a visitar a unos amigos, mataran a la gallina. Efectivamente la
mataron; pero tenían tanta hambre que, sin esperar el regreso del
esposo, se la comieron: al primer hijo le tocó el hígado, al
segundo la cabeza y al tercero el corazón.
Cuando
el hombre volvió a casa y se encontró con aquel desaguisado
pretendió matar a los tres chiquillos. Pero ahora el tercero lo
sabía todo y advirtió a sus hermanos. Los tres huyeron al bosque.
Entonces el tercer hermano supo que aquel hombre estaba maltratando
a su madre; regresaron los tres y le pegaron tal paliza que lo
dejaron muerto.
La
madre, enfurecida al darse cuenta de que habían matado al hombre que
amaba, cogió al sabelotodo y lo estranguló. Los otros dos hermanos
huyeron al instante y, lejos de aquel pueblo, compartieron sus
riquezas y su felicidad. Mientras que la madre se quedaba sola, sin
marido y sin hijos.
Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 050
1
Mano
larga.
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