El
carpincho y la mulita estaban a la orilla del río. En la otra banda
se vía un sembrado de maíz muy lindo. Venía un olor a choclos tan
apetitoso que se les hacía agua la boca. Los dos sentían ese olor y
se reunieron a cavilar cómo hacían pa bandiar el río. Después de
un rato, le dice la mulita al carpincho:
-Vos
me podés llevar arriba de tu lomo porque sabés nadar. Yo no sé
nadar. Bandiamos el río y hacemos un festín comiendo choclos y
después volvemos pa que no nos agarren. Nadie se va a dar cuenta que
somos nosotros.
En
el lomo del carpincho se puso con cuidado la mulita y el carpincho la
llevó. El carpincho fue nadando y la llevó a la otra orilla. Áhi
atacaron el maíz. Una vez que se llenaron empezó a cantar la
mulita. Claro, panza llena, corazón contento. El carpincho le dice:
Y
volvía a cantar la mulita y el carpincho le volvía a pedir que no
lo comprometa, que iba a venir el dueño y los iba a golpiar, que los
iban a matar por corsarios.
Pero
la mulita volvía a cantar y iba mirando ande se iba a esconder
cuando vinieran los dueños del maíz.
Bueno...
¡Qué!, con los gritos de la mulita, el chacarero oyó y se vino con
un palo y trajo los perros. La mulita se metió en una cueva que
tenía áhi cerca y el carpincho empezó a correr di un lado pal
otro, entre los perros y el chacarero que le daba palos y palos por
el lomo hasta que lo dejaron como muerto. Lu agarró el chacarero di
una pata, y lo tiró pa ajuerta del maíz. Claro, se creyó que
estaba muerto. Por causa de la mulita el carpincho se llevó los
garrotazos y los agarrones de los perros.
-No,
estás equivocado, yo no hice más que cantar, porque yo canto cuando
'toy con el estómago lleno.
Después
tuvieron que volver. Y tuvieron que hacer el mismo cruce. Tuvieron
que bandiar de nuevo. La mulita otra vez en el lomo del carpincho. El
pobre carpincho iba muy dolorido y nadaba muy despacito. Iba con la
sangre en el ojo por lo que le había hecho la mulita. Cuando
llegaron al medio del río, en lo más hondo, el carpincho se empezó
a zambullir. Y la mulita se asustaba mucho. Y entonces le dice:
Pedro
Sanón, 58 años. San Carlos. Las Colonias. Santa Fe, 1969.
El
narrador oyó este cuento cuando era niño en esta región de Santa
Fe, donde ha nacido.
Cuento
437. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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