Éste
era un arador que tenía para el servicio un burro y los bueyes. Un
día va y deja afuera las coyundas que tenía para uñir los bueyes.
Esa noche viene un zorro y las lleva a todas. Bueno... Al otro día
viene y no halla nada para uñir los bueyes. Y el hombre andaba
buscando muy afligido. Y entonce dice que el burro lo ve y le dice:
Y
se va al campo el burro. Rastrea los zorros hasta la cueva y en la
puerta se hace el muerto. Áhi se tiró, estirau largo a largo. Y al
poco rato sale un zorro chico y mira al burro muerto. Más pronto que
corriendo le avisa a Juan viejo. Y Juan sale y ve áhi un burro
muerto. Y entonce dispone llevarlo al interior de la cueva. Y entonce
ordenó a los hijos que saquen lazos. Y empezaron a sacar lazos.
Sacaron los robados al arador y algunos más que tenían de antes. Y
lu ataron al burro de las patas, de las manos, del pescuezo, de la
cola, de donde pudieron. Y los zorros se atan la punta de los lazos
de la cintura, todos, para tirar mejor. Y al grito de Juan de
¡vamos!, hicieron un invión que medio lu hicieron ir al burro pa
adentro. Entonce el burro pega un grito y se enderieza, y sale a lo
que da, a toda furia, y enfila pal cerco para donde anda el patrón.
Y cuál no sería la alegría del patrón al ver que el burro le
tráia más lazos de los que eran d' él, y los zorros a la rastra. Y
áhi tuvo el patrón el trabajo de matarlos a los zorros antes de
dehatarlos.
A
los pocos días se le pierde al patrón la carne que había llevado
para comer en el rastrojo, en el tiempo que araba. Y él dice,
enojau, conversando, adelante 'el burro:
-¡Cayate
qué mala suerte! Tengo que 'star sin qué comer ahora. Ha de ser el
cuervo, ¡desgraciau!, que mi ha llevau la carnecita qu' hi tráido
para comer. ¡Este hijuna y gran...!
Se
va. Va y se buscó el palo donde venía a dormir el cuervo. Áhi
cerquita s' hizo el muerto, se tiró al suelo, pero se cuidó los
ojos, se los apretó con las patas delanteras. Y dejó las demás
partes del cuerpo libre que disponga el cuervo. Entonce llegó el
cuervo y áhi no más se bajó a comer d' este animal muerto. El
cuervo como es su costumbre le buscó los ojos y al no poder picar
los ojos le buscó las partes blandas, le buscó el trasero. Y viene
el cuervo y mete la cabeza en el culo y entonce frunció el burro y
le apretó la cabeza y siguió viaje. Y lo que el cuervo lo rajuñaba
por las piernas seguía más ligero. Venía el burro despavorido.
Saltó el cerco y el hecho es que en una horqueta de las ramas del
cerco quedó encajau el cuervo. Pero se le refalaron todas las plumas
de la cabeza en el trasero del burro, y el cuervo es pelau desde
entonces.
Francisco
Villarroel, 53 años. La Costa. Los Hoyos. Río Seco. Córdoba, 1952.
Campesino
inteligente. Muy buen narrador.
Cuento
410. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 030
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