Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 9 de diciembre de 2013

El burro, las coyundas y el zorro .408

Una tropa de carretas de ésas que venían del norte, habían acampau en el campo. Las carretas antiguas eran tiradas por güeyes.
A la mañana bien temprano se levanta el marucho y va a buscar los güeyes y los trai. Áhi van los troperos a uñir los güeyes y cuando van a sacar las coyunda que las habían dejau en un lugar, todas juntas, nu encuentran ni una. Ya le dijieron al capataz. Y eso era una cosa rara, claro. Naide había sentiu nada en la noche; y todos pensaban qué será esto quí había pasau. 'Taban muy preocupaus, en el medio 'el campo sin poder seguir el viaje.
Andaba por áhi un burrito, comiendo basuritas, y si acerca y le dice al patrón:
-Yo le voy a buscar las coyundas, señor. Ya sé quien si ha robau los lazos.
El capataz le agradeció mucho al burro y le prometió dejarle un fardo e' pasto del que llevaban pal viaje.
Por áhi cerca vivía un zorro que se llamaba Juan García, la mujer se llamaba María Ruiz y tenía muchos zorritos. El burro pensó que Juan García si había llevau las coyundas. Los zorros tienen la costumbre de robar los lazos y llevarlos a la cueva.
Jue el burro y se tiró como muerto cerquita 'e la boca de la cueva de Juan García. Al rato salió el zorro y al ver al burro muerto, entró en la cueva y le dijo a la zorra:
-María Ruiz, carne tenemos. Hay un burro muerto, pero hay que entrarlo porque van a venir otros animales y los van a sacar la carne.
Y como el burro era pesau, ordenó que sacaran las coyundas qui había robau a la noche, a los troperos, y que cada uno si atara una coyunda a la cintura y atara la otra punta a una parte del burro.
Salieron todos muy contentos de la cueva y comenzaron a atar su coyunda de las patas, de las manos, del cogote, de la cabeza, de la parte del medio del burro. Cuando todos 'taban listos, Juan García gritó:
-A la una, a las dos, a las tres... ¡Tiren con juerza!
Y en ese momento se levantó el burro y salió a la carrera con todos los zorros atados. Y encaró por los montes y quedaban los zorros colgados y decuartizados. Y allá llegó al rial de los troperos con todas las coyundas y algunos zorros muertos. Los troperos se pusieron muy contentos.
Cuando el burro iba al galope con todos los zorros, la zorra le decía:
-Largate, Juan García, dejate de esa porfía. Salvalos a todos. Largate Juan García.
Pero, qué, como pa salvar a naide 'taban las cosas.
El burro tuvo su paga y los arrieros siguieron su camino hasta Güenos Aires.

Julián Aguilera, 40 años. El Saladillo. Pringles. San Luis, 1949.

Cuento 408. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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