Dice
que no había más, entonces, que las carretas que venían de Güenos
Aires, con negocio.
Y
este tropero en uno de sus viajes, paró en un punto. Y áhi desuñó
los cuatro güeyes pa que coman áhi. Y dejó las coyundas en los
yugos no más. Y se acostó a dormir. Y el zorro había sabíu tener
la casa por áhi, y andaba con mucho hambre. Y se las robó a las
cuatro coyundas.
Y
al otro día dice que el tropero no sabía cómo uñir. Dice que
patiaba y putiaba. Y había 'tau oyendo un burro por áhi. Y entonce
le dice al hombre:
Y
se jue a la noche siguiente a la casa 'el zorro. Que el burro sabía
ande era la casa 'el zorro. Y güeno, dice que jue el burro y s'echó
en la puerta 'el zorro, bien estirau.
Ya
cuando venía el día dice que salió el zorro a mirar el campo y
encontró esa res en la puerta de la cueva. Y dentró adentro.
Y
ya salieron con los hijos a achurar. Lo que sí no sabía Juan cómo
dentrala pa dentro a la res. Y que dice el Juan:
Y
áhi trajieron las cuatro coyundas y las pusieron en las cuatro patas
del burro. Y el zorro y la mujer y los dos hijos si ataron a la
cintura para hacer juerza. Y áhi que decían:
Y
el burro 'taba áhi muerto hasta ver si podía hacerse un tiro.
Cuando ya se aseguró bien, se movió recién el burro. Y cuantito se
movió, se paró y disparó, y éstos atados en las coyundas. Y los
despedazó el burro a los cuatro zorros. Y se jue con las coyundas
ande 'taba el tropero. Y áhi no más el tropero recontento agarró
un almú de cebada y le dio al burro.
Se
puso a trillarla para poder comer. Y bueno, cuando ya la había
pisau, la había trillado, no sabía cómo aventarla.
Y
dice que en otro tiempo el cuervo tenía plumas en la cabeza y ahora
no tiene más plumas. Y que tiene la costumbre de comer los animales
muertos y les pica los ojos y el ocote.
Claro,
es lo más blando. Y entonce, en otro tiempo, los pájaros, los
cuervos, picaban primero el ocote y después los ojos, y ahora no,
primero a los ojos.
Y
bueno, como s'hizo en la puerta del zorro, s'hizo lo mismo el muerto
junto a la cebada. Y bueno, como 'staba muerto, áhi vino el pájaro,
el cuervo, y lo vio di atrás. Y el burro 'taba revolviendo el siete
para ajuera. Y vino el cuervo y lo picó. Entonce el burro cerró el
ocote y le apretó la cabeza. Y el cuervo corcoviaba y aletiaba. Y el
burro agarró a galopiar sobre la cebada. Y el cuervo aletiando. Y el
caso jue que aventó la cebada. Y después lo largó al cuervo. Y
claro, en ese trabajo se le peló la cabeza al cuervo. Y por eso el
cuervo, hasta ahora es pelado en la cabeza y pica primero al ojo que
al ocote.
Narciso
Claudio Oviedo, 84 años. Villa María del Río Seco. Río Seco.
Córdoba, 1952.
Lugareño
rústico. Muy buen narrador.
Al
cuento del burro, el zorro y las coyundas robadas, que aquí
damos, el narrador agrega el del burro y el cuervo en la era,
que figura en esta colección.
Cuento
409. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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