Un
ñandú queriendo burlarse de una garrapata, la desafió a correr una
carrera.
-Si
me ganas -le dijo- te mantendré durante toda tu vida. En cambio si
soy yo el ganador, te comeré sin lástima.
Lejos
de ofenderse, la garrapata aceptó el desafío. Convenidas las
condiciones, ésta puso como tal que el que llegara primero al lugar
determinado como meta, debería sentarse ganando por consiguiente la
apuesta.
Partieron.
Dando largas zancadas el desafiante y la desafiada con un gran salto
se prendió de la cola de aquél sin que él lo advirtiera. Sin gran
apuro, ya que su contrincante no se veía por lado alguno, siguió
andando hasta llegar a la meta, donde, al ir a tomar asiento, con
gran sorpresa oyó que debajo alguien gritaba:
Se
da vuelta y casi se desmaya. Allí estaba la garrapata sentadita,
quien por consiguiente había ganado la apuesta. Desde entonces, la
garrapata vive constantemente a costillas del ñandú.
José
María Obregón. Estación Yotre. Mercedes. Corrientes, 1951.
El
narrador es Director de escuela.
Cuento
493. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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