Dice
que la sirvienta de una casa se quejaba de los monos que entraban a
la cocina y le ensuciaban todo y le comían muchas cosas. Entraban
por la siesta. Ella dejaba todo limpio y los monos le ensuciaban la
cocina. Y entonce se enojó y se quejó al patrón. Y el patrón no
sabía qué hacer. Entonce oyó un caballo viejo que estaba ahí. El
caballo le dijo al patrón:
Y
entonce el caballo va y se echó en una tranquera donde solían pasar
los monos. Y cuando llegan lo mono lo ven al caballo echado como
muerto en el suelo. Y entonce dijo:
-Vamos
en la cocina del patrón. Ahí hay unas piolas. Vamo a traer. Lo vamo
a atar y lo vamo echar al río.
Llegaron
en donde 'taba el caballo y lo ataron por cada pata, por la cola, por
la oreja, por donde se podía atar. Y ellos se ataron por la
cintura para poder arrastrar. Entonce cuando ya se ataron todo, y el
caballo 'taba arrastrado, se levantó el caballo y empezó a dar
patadas, y les dijo:
Y
empezó a disparar el caballo y los monos por todos lados, por
arriba, por abajo, por el lado, los golpes y los saltos. Y ellos no
se podían largar.
Y
entonce él los arrastró a toda carrera alrededor de la plaza. Daba
vueltas y vueltas, y toda la gente salía a ver qué pasaba.
Y
el caballo de contento se daba vueltas alrededor de la plaza, los
saltos y relinchos. Era como si estuviera bailando de contento por la
libertá que había ganado.
Manuela
A. de Navarro, 74 años. San Luis del Palmar. Corrientes, 1959.
La
narradora proviene de familias tradicionales del lugar. Es semiculta.
Habla el guaraní, lengua común de la región.
Este
cuento y el que sigue, El burro y los monos, son variantes
del cuento más extendido El burro se hace el muerto.
Cuento
411. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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