Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 13 de junio de 2012

La enseñanza de la abuela

Li Bai, el poeta más consagrado de China, tiene mucho que agradecer a una anciana analfabeta.
Cuando era niño no le gustaba ir al colegio. Mu­chas veces se detenía en el camino observando con curiosidad cualquier cosa, y no llegaba nunca a su destino. Sentía miedo y a la vez odio hacia el profe­sor severo, que castigaba a los alumnos por cualquier travesura o negligencia. Le aburrían los libros escri­tos en lenguaje clásico. Le parecía que nunca iba a aprender de memoria las dificiles reglas gramaticales y las pesadas enseñanzas de los filósofos antiguos. Para él era mucho más divertido observar el movi­miento de las hormigas o el trabajo del herrero que forjaba herramientas y armas.
Un día, camino del colegio, se distrajo viendo a una señora de avanzada edad trabajando a la orilla del río. La mujer afilaba afanosamente una barra de hierro en una rústica piedra.
-¿Qué está haciendo? -preguntó el infante lleno de curiosidad.
La anciana, sin levantar la cabeza, le contestó amablemente mientras seguía puliendo la barra me­tálica:
-Mi querido hijo, quiero hacer una aguja de coser.
El joven quedó totalmente desconcertado:
-Pero, abuela, ¿cómo es posible hacer de una barra de este grosor una aguja tan pequeña?
-Sí, pequeño. Siempre he hecho agujas con es­tas barras de hierro. Son mejores que las que hay en el mercado.
La abuela le contestó como si fuera lo más natu­ral del mundo, pero el niño quedó totalmente des­concertado.
-¿No se impacienta por lo penoso del trabajo?
-La constancia hace milagros. Si un día no es suficiente, podré dedicar diez o cien. Pero tendré que transformarla en una aguja de coser. Tarde o temprano, lo conseguiré.
A partir de ese día, Li Bai siempre pasaba por la orilla del río camino del colegio. Durante varios me­ses encontró a la abuela trabajando constante-mente con su barra de hierro, que se empequeñecía, se afi­laba y se convertía en una diminuta aguja. Mientras tanto se formaba buenos hábitos en el colegio y llegó al ser el alumno más aplicado de la clase.
Treinta años más tarde, entró en el Palacio Impe­rial con todos los honores de un poeta consagrado.

005. anonimo (china)

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