Un tigre
hambriento consiguió atrapar un zorro y se dispuso a devorarlo. Disimulando su
terror y sacando fuerzas de flaqueza, el zorro, en su intento por sobrevivir,
dijo:
-¡Un
momento! ¡Deténte! Te aseguro que yo soy el rey de los animales del bosque. Tal
es el mandato del Dios Celestial que nadie puede desobedecer. A pesar de tu
mucha fuerza, no podrás hacerme ningún daño, pues, si lo intentaras, serías
severamente castigado por el Cielo.
-¡Vaya!
-exclamó sorprendido el tigre-. Jamás había oído cosa semejante. ¿Cómo puedes
demostrarme que efectivamente eres el rey de los animales del bosque por
decreto del Dios Celestial?
-Nada es
más fácil que eso -declaró el zorro, aparentando seguridad y arrogancia-. Ahora
vamos a dar un paseo por el bosque. Tú sígueme a corta distancia y observa cómo
todos los animales huyen de mí.
Componiendo
la figura y pisando con firmeza, el zorro comenzó a caminar airosamente,
seguido a corta distancia por el tigre. El felino se quedó totalmente perplejo
cuando comprobó que los animales salían corriendo al paso del zorro, sin
percatarse de que era del feroz tigre y no del inofensivo zorro del que huían.
005. anonimo (china)
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