Nos
hallamos en el estado de Sung. Allí vivía un hombre llamado Ting. Aunque era un
hombre que disponía de medios, no tenía pozo. Por eso, todos los días uno de
sus criados tenía que perder varias horas en traer la cantidad suficiente de
agua para el servicio de la casa. De hecho, el agua que había que ir a buscar
se hallaba muy lejos y se perdía casi toda la jornada en esta labor. Ello animó
a Ting a cavar un pozo en su propio patio.
Cuando
el pozo se hubo cavado y dio el agua suficiente, Ting le comentó a un buen
amigo.
-Estoy muy
satisfecho, porque con el pozo he ganado un hombre.
El amigo
le contó el suceso a otro amigo, y éste otro amigo a otro, y así sucesivamente.
La noticia se propagó rápidamente por el pueblo, se comentaba: «El señor Ting,
al cavar un pozo en su patio, encontró un hombre.» De tal manera se difundió
la noticia por todo el reino, que el propio rey escuchó de uno de sus
consejeros: «Un hombre llamado Ting, al cavar un pozo, halló en él a un
hombre.»
¿Quién
sería el hombre encontrado en el pozo?, se preguntó el monarca, como ya lo
habían hecho tantas otras personas. ¿Se conocía su identidad? ¿Por que había
ido a dar al pozo? ¿Lo habían asesinado o se había ahogado? ¿Cómo pudo aparecer
bajo tierra?
El
monarca hizo llamar al tal Ting y le pidió una explicación. El hombre,
estrañado, se limitó a explicar:
-Majestad,
todo lo que hice fue cavar un pozo en mi patio y así poder evitar que uno de
mis criados perdiese toda la jornada acarreando agua. Eso me permitió contar
con dos brazos más para las labores de mi casa y así ganarme un hombre.
005. anonimo (china)
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