El joven
discípulo hablaba con su anciano maestro Confucio:
-Venerable
maestro, hay algo que siempre me ha intrigado extraordinariamente. ¿Por qué
desprecia el sabio la piedra y estima tanto el jade? ¿Será acaso porque el jade
es un material que abunda poco mientras que el granito puede hallársele en
todas partes?
Confucio
permaneció unos momentos pensativo, luego habló así:
-Honorable
discípulo: si el jade es tan estimado es porque desde los tiempos antiguos el
sabio viene comparando la virtud al jade; la brillantez y el extraordinario
pulimento que puede llegar a alcanzar representa la virtud total. Sus ángulos
que no hieren, aunque parez-can cortantes, simbolizan la justicia; su
consistencia y su extrema dureza le sirven al filósofo para representar la
seguridad y la inteligencia. El sonido puro y prolongado que se esparce por
los aires cuando se le golpea recuerda la música: Su delicado matiz equivale a
la lealtad. Sus defectos interiores visibles a simple vista sirven para
recordar la sinceridad. Su irisado resplandor representa el Cielo. Su extraordinaria
sustancia, extraída de los montes y de las aguas, equi-vale a la Tierra.
Cortado en kouy o en tchang, sin ningún otro ador-no, sirve
para representar la virtud y lo mucho que se le valora simboliza la verdad. Y
apoyo estas comparaciones en el Gran Libro que dice: «Cuando pienso en el
sabio, su mérito me parece algo parecido al jade. Por eso el sabio estima el
jade.»
El
discípulo sonrió complacido. Confucio acababa de revelarle una vez más la
verdad de las cosas.
005. anonimo (china)
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