Hace mucho tiempo vivía
un anciano llamado Maestro Dongguo. Un día, al hacer un viaje, se extravió.
Cuando buscaba el
camino, encontró a un lobo que perseguido por un cazador le suplicó socorrerlo.
El corazón tierno y
compasivo del Maestro Dongguo se inundó de piedad frente a la desgracia del
animal y lo introdujo en su saco de libros.
En eso llegaron unos
cazadores y uno de ellos preguntó al Maestro Dongguo: "¿No ha visto pasar
un lobo?"
El Maestro Dongguo mintió:
"¿Un lobo? No, no lo he visto.
Una vez que los
cazadores se perdieron de vista el Maestro Dongguo soltó al lobo.
Ya montado en su asno se
disponía a partir, pero el lobo, tirándole de las vestiduras, le pidió de comer
pues se moría de hambre.
El Maestro Dongguo sacó
una galleta y se la ofreció al animal. Este, riéndose entre dientes dijo:
“Usted perdone, pero desde que mi madre me echó al mundo no como más que
carne."
Viendo que el Maestro
Dongguo trataba de proteger su borrico, el lobo agregó: "Con la carne del
asno aún no me basta.”
El pollino, espantado,
huyó veloz como una flecha.
El lobo se arrojó sobre
el Maestro que, trémulo de cólera, lo maldijo: "¡Ingrato animal!"
Al oír estas palabras el
lobo rióse a carcajadas y dijo: "¡Al diablo con mi conciencia! ¡Sólo me
importa hincar mi diente!"
El Maestro Dongguo quiso
escapar corriendo pero fue inútil. Entonces gritó: "¡Socorro!
¡Socorro!", pero por desgracia, los cazadores estaban ya muy lejos.
Para ganar tiempo el
Maestro Dongguo propuso al lobo consultar a un viejo melocotonero, a una vieja
vaca y a un viejo campesino y convino: “Si los tres dicen que la razón está de
tu parte me dejaré comer por ti sin chistar.”
El Maestro Dongguo y el
lobo encontraron un viejo melocotonero, y el Maestro le contó su
desgracia.
El melocotonero,
cerrando sus ojos, comenzó a recordar su juventud. Todos los años daba muchos
frutos y los chicos venían a recogerlos... El siempre les decía: "¡Coman,
coman lo que gusten!" Ensimismado en los recuerdos, dejó escapar estas
palabras en voz alta.
El Maestro Dongguo quedó
estupefacto. El lobo experimentando viva satisfacción, expresó: "El
primero de los tres viejos está de acuerdo con mi opinión."
El Maestro Dongguo y el
lobo encontraron una vaca Y de inmediato fue consultada.
La vieja vaca también
abstraída en el pasado, dejó escapar las palabras que decía a su ama cuando
ésta la ordeñaba: " ¡Dale, dale! ¡Eso me aliviará!”
-Ya son dos los viejos
que están de acuerdo conmigo- dijo el lobo y quiso comerse al Maestro Dongguo
pero éste exigió: "Debes cumplir tu palabra, aún no hemos consultado al
campesino.”
Cuando encontraron un
viejo campesino, el Maestro Dongguo le dijo apresuradamente: "He salvado
la vida a este lobo, pero él quiere comerme. ¿Piensas que la razón está de su
parte?”
-El campesino no quiso
creer que el lobo pudiera caber en un saco tan pequeño por lo que pidió al
animal demostrarlo.
Cuando el lobo estuvo
dentro, el viejo campesino ató rápidamente el saco.
-¿Cómo se puede
convencer a un lobo con razones?- dijo el campesino a la vez que levantaba su
azada para golpear al lobo.
Y lo golpeó una y otra
vez hasta que el animal dejó de moverse. Luego lo sacó tomándolo de una pata.
El Maestro Dongguo pensaba que el castigo había sido muy severo, y sentía un
poco de lástima.
En eso llegó una mujer
sollozando por su hijo que había sido devorado por el mismo lobo.
El Maestro Dongguo ya no
tuvo compasión y mató al lobo con la azada.
005. anonimo (china)
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