Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 13 de junio de 2012

Este es mi caballo


Zhuo ocupaba un alto cargo en el palacio impe­rial. Era famoso por ser comprensivo y paciente.
Un día, cuando conducía su carruaje hacia la mansión que tenía en el centro de la ciudad, de re­pente se encontró con un hombre que detuvo su ca­rro y cogió las riendas del caballo. Empezó a hablar con el caballo emocionado:
-¡Qué alegría! ¿Dónde te has metido? Por fin te encuentro. ¡Cómo te echaba de menos!
El alto funcionario que viajaba en el coche se sin­tió aturdido por el comportamiento extraño del intru­so. Pensó que se había confundido. Eran tal vez muy parecidos los dos caballos. Por eso le dijo cortés-mente:
-Me parece que hay una confusión. Se habrá equivocado de caballo.
Sin embargo, el intruso negó categóricamente su conjetura:
-¡No, señor! ¿Cómo es posible que no reco­nozca a mi caballo. Lo he criado con mis propias manos. Se perdió hace un mes. ¡Y cómo me ha cos­tado encontrarlo! ¡Ay, caballo mío. Ahora no me se­pararé nunca de ti!
Al ver que era imposible convencer al testarudo hombre Zhou le dijo:
-Bueno, si está muy seguro de que este caballo es suyo. Puede llevárselo por el momento.
Y diciendo esto, desató la bestia del carro y en­tregó las riendas al hombre, advirtiéndole:
-Si más tarde se diera cuenta de su equivoca­ción, le ruego que me devuelva el caballo en la últi­ma mansión de la calle residencial. Me llamo Zhou. Espero encontrarle pronto.
El hombre se llevó el caballo con gran júbilo. Pero el funcionario, al quedarse sin animal de tiro, tuvo que llevar el coche andando.
Al cabo de unos días, el hombre encontró por casualidad el caballo que realmente había perdido y que en ese momento estaba mucho más delgado que antes. Se dio cuenta del grave error que había come­tido. Fue entonces a la casa del señor Zhou, le de­volvió el caballo pidiéndole mil disculpas. El funcio­nario le contestó:
-Cualquiera nos equivocamos. Yo he tenido la suerte de que se haya dado cuenta pronto, de lo con­trario hubiese tenido que tirar del carro para ir a tra­bajar como si fuera un arriero.

005. anonimo (china)

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