Cómo sun bin ganó la carrera de caballos
Anónimo
(china)
Cuento
Sun Bin,
autor de El arte de la guerra, era un
estratega superdotado que puso de manifiesto su extraordinaria inteligencia
en una carrera de caballos entre el general Tian Ji y los nobles del reino.
Para
esas carreras, siempre dividían los caballos en tres categorías, y las
competiciones se efectuaban entre los animales del mismo rango. De las numerosas
carreras que se habían celebrado, el general no ganó ninguna, porque sus
caballos eran peores en todas las categorías que los de la nobleza. Se desprestigiaban
tanto el general como el ejérito que él capita-neaba, lo que afectaba
profundamente al comandante militar.
Un día,
sin embargo, se presentó ante el afligido general su amigo de toda la vida, el
estratega Sun Bin quien le dijo con seguridad:
-Yo te
ayudaré a ganar unas carreras para animar a los soldados.
-¿Pero
cómo? -el general se mostró pesimista.
-Yo he
observado y estudiado durante mucho tiempo las competiciones. Me he dado cuenta
que tus caballos no son muy inferiores a los de la nobleza. Por lo tanto,
cambiando un poco la táctica, podrás ganar las próximas competiciones. Pero tendrás
que hacer lo que te diga...
El día
de las carreras de caballos parecía una fiesta nacional. Acudieron todas las
personalidades del reino y un ansioso público. La nobleza manifestaba su gran
júbilo incluso antes del inicio de las carreras con la previsión de otra
victoria asegurada, mientras que los soldados y buena parte del público anhelaban
un cambio de la situación.
Cuando
empezó la competición de la primera categoría, toda la nobleza se reía a
carcajadas por la considerable ventaja que les llevaban sus veloces animales a
los del general. ¡Qué bien! ¡Otro triunfo rotundo! ¡Vamos! ¡Dejadlos atrás! ¡A
ganar! Ja, ja, ja...
Pero esa
alegría les duró apenas unos instantes, porque cuando empezó la carrera de la
segunda categoría, vieron con enorme sorpresa cómo los caballos del general
llevaban la delantera y llegaron antes a la meta. La sorpresa no fue menor en
el público solidario que estalló de júbilo festejando la inesperada victoria
del perdedor de siempre.
En la
última carrera, la de los caballos de tercera categoría, se incrementó
estrepitosamente el regocijo popular convertido en una efusiva manifestación de
alegría.
Los
nobles, pálidos por la sorprendente derrota, no se dieron cuenta que el autor
de El arte de la guerra había
cambiado el orden de salida de los caballos. Es decir, enfrentó a los de
tercera con los de primera, a los de primera con los de segunda, y a los de
segunda con los de tercera de los nobles. No era ningún fraude porque la
clasificación de los caballos era por cuenta de los competidores.
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