Cabalgando
sobre el tigre
Anonimo
(india)
Cuento
Un rey de Bengala convocó
a un concurso a todos aquellos que quisieran aspirar a ganar cien mil rupias
si lograban cabalgar unos minutos sobre un tigre. Naturalmente, la prueba era
peligrosa y echó a muchos para atrás, de tal modo que, a pesar del elevado
premio, sólo se presentaron tres hombres para apuntarse al certamen, que
tendría lugar en una semana. El monarca les aconsejó:
-Preparaos bien durante
esta semana. No es fácil cabalgar sobre un furioso tigre. Espero que lo hagáis
lo mejor posible y nos ofrezcáis un buen espectáculo. Habrá tres hermosos
ejemplares de Bengala, a cual más fiero.
Cada uno de los
concursantes siguió su estrategia durante esa semana. Uno de los hombres se
enteró de cuál era el ejemplar que le correspondía, compró al guardián que lo
custodiaba y quedó con él en que le diera una pócima sedante, ingerida la cual,
el felino sería manso como un corderillo. Otro hombre acudió todos los días a
domar al tigre. Con el látigo, mostró al animal quién era el domador y quién el
que debía obedecer. Ambos hombres estaban convencidos de ganar la prueba. El
tercer hombre no hizo otra cosa que adiestrarse en métodos y técnicas de
concentración, meditación y control del cuerpo y la mente... Y así transcurno
una semana.
Llegó el día del
concurso. Todo se dispuso para que el primer participante cabalgase sobre el
primero de los tigres. «Será manso como un cordero y ganaré las cien mil
rupias», se dijo el hombre en tanto lo colocaban sobre el tigre. A la señal
convenida, se dejó libre al animal, cabalgado por el primer concursante. El
tigre se revolvió con nerviosismo y el concursante se precipitó frente a él. El
felino lo tomó entre sus fauces y lo devoró en poco tiempo. ¿Qué había sucedido?
El guardián del tigre se había dormido y no proporcionó la pócima al temido
animal.
Era el turno para el
segundo concursante. La multitud estaba enardecida. El segundo tigre era un
ejemplar alto, fornido, espectacular. El hombre que iba a montarlo pensó: «Está
tan perfectamente domesticado que me obedecerá como si fuera un gatito
casero.» Tras la señal, se dejó al tigre con el segundo participante sobre sus
lomos. En pocos segundos el hombre cayó al suelo y el tigre se dio un banquete
con su cuerpo. ¿Qué había sucedido? Sólo un necio cree que puede domesticar a
un feroz tigre bengalí en una semana.
Y llegó el turno para el
tercer concursante. Era el tigre más pode-roso y fiero de los tres. El hombre
nada pensó, sino que se concentró en lo que iba a hacer y acompasó su
respiración. El monarca se dijo: «¡Pobre iluso! Ni un segundo cabalgará sobre
el tigre!» Soltaron el tigre con el hombre encima. La fiera comenzó a dar
bandazos y saltos, pero el jinete mantenía perfectamente su equilibrio. Transcurrieron
unos minutos. El hombre se mantenía muy concentrado, dejando que su cuerpo
siguiese los movimientos del enfurecido animal. Así cubrió el tiempo necesario
para ganar el concurso. Sacaron las redes, prendieron al tigre y el hombre
recibió cien mil rupias de recompensa.
El Maestro dice: Toda preparación debe comenzar por asno
mismo. No hay mayor conquista que la que se consigue sobre uno. Si el jinete
está bien adiestrado, ¿qué cabalgadura puede hacerlo caer? Si la mente está
bien establecida, ¿qué puede distraerla?
Fuente: Ramiro Calle
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