Caballo de «mil leguas»
Anónimo
(china)
Cuento
Los
reyes de la antigua China eran muy aficionados a los caballos, sobre todo a
aquellos de pura sangre que podían correr mil leguas al día. Sin embargo, no
era nada fácil conseguir caballos tan extraordinarios, por lo que a veces se
ofrecían grandes recompensas a quienes consiguieran buenos ejemplares para la Corte.
El ansia
de poseer un par de «Mil Leguas» motivó a uno de los reyes a anunciar que
compraría con mil monedas de oro cada animal de esta clase. Sin embargo, a
pesar de los esfuerzos de muchos voluntarios en todo el país, pasaron tres
años sin que nadie hubiera dado con ellos. El rey estaba desesperado.
Un día
se presentó ante el desilusionado monarca el intendente general de la Corte:
-Majestad,
me ofrezco a recorrer todo el país para descubrir un «Mil Leguas».
El
ansioso rey accedió, le dio mil monedas de oro y pagó los gastos del viaje,
ordenándole ponerse en marcha inmediatamente.
El
enviado especial anduvo tres meses buscando la tan codiciada especie, hasta que
un día, tras haber sufrido innumerables penalidades, descubrió con gran emoción
un «Mil Leguas». Pero, por desgracia, el animal estaba moribundo. De cualquier
modo, gastó quinientas monedas de oro en comprar la cabeza del animal muerto,
y se la llevó al rey.
El
monarca se puso furioso. Quería un «Mil Leguas» vivo y no sus restos mortales.
Decidió sentenciar a muerte al intendente, pero atendió los razonamientos de
quien había cometido tal error.
-Majestad
-dijo con suma serenidad el buscador del caballo-, el verdadero «Mil Leguas»
no tardará en llegar.
-¡Mentira!
¿Pero cómo?
-Mire,
ahora todo el mundo sabe que Su Majestad aprecia tanto los buenos caballos que
ha gastado quinientas monedas de oro sólo para conseguir la cabeza de un
animal muerto. Si fuera un «Mil Leguas» vivo, no escatimaría los gastos. Estoy
seguro de que en poco tiempo alguien le traerá un hermoso y veloz caballo.
Estas
palabras de su fiel súbdito convencieron al monarca, quien no sólo le perdonó,
sino que lo promovió al rango de ministro.
Efectivamente,
tal como pronosticó, en menos de un año el rey obtuvo su primer caballo de «Mil
Leguas». Además, muchos letrados y generales de extraordinario talento que
servían a otros monarcas vinieron a ponerse a su disposición. Su reino se hizo
más poderoso.
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