Dice
que era una noche de gran tormenta. Tronaba y refucilaba que daba
miedo. La zorra andaba buscando adónde meterse. Chorriando agua y
tiritando de frío llegó a un lugar reparado. Áhi se refugió. En
eso un refucilo iluminó todo. La zorra miró para arriba y vio que
estaba abajo de un parral cargadito de uva madura. La zorra andaba
muerta de hambre y le gustan mucho las uvas y pensó que podía comer
hasta llenarse. Pero, como los parrales son altos, no sabía cómo
podía hacer para alcanzar un racimo. La noche estaba muy oscura y
empezó a decir:
Y
así estuvo un buen rato saltando cuando alumbraban los refucilos, y
en una de ésas pegó con el hocico en un palo del parral y quedó
media azonzada. Ya vio que de ninguna manera iba a conseguir unas
uvitas y muy enojada dijo:
Nicasio
Muñoz, 35 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1977.
Oyó
contar el cuento a Facundo Alcaraz de 40 años, de La Florida.
Cuento
352. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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