El
tigre andaba en el campo y estaba por cazar una mula, y el chilicote,
cuando él iba a atraparla a la mula, ¡chii!, dice el chilicote.
Vuelve otra vez a atrapar otro animal. Él, que va a pillarlo,
¡chii!, el chilicote. Va otra vez, tercera vez, a pillar otro
potrillo, y grita el chilicote, ¡chii! Y dispararon los animales,
por cierto. Y él estaba en un palo, subido el chilicote. Y le pega
un manazo, el tigre:
Se
va el chilicote y busca muchos bichos de la grey de él, avispas,
guanqueiros y todo animal de la especie de él. Y encantonó toda la
gente. Y el tigre encantonó toda la gente de él, leones, panteras,
en fin, todos los animales, lobos, zorros, comadrejas, todos.
Y
el chilicote le larga un guanqueiro y se le priende en el poto, bajo
la cola, ¿no? Y toma el zorro disparando y se va y se pierde en el
agua. Al agua, para que se desprienda el guanqueiro. El zorro volvió
y no contó nada. Quería que todos se lleven la misma picardía que
le hicieron a él.
Y
largaron la gente. Y los guanqueiros y las avispas se les prendieron
a los animales feroces en el poto y tuvieron que salir disparando
desesperados.
Se
hicieron pedazos ellos mismos por desprenderse de la picadura de los
guanqueiros, de las avispas coloradas, de todas las avispas malas.
Ramona
Villafañe de Coronel, 86 años. San Fernando del Valle de Catamarca,
1968.
Cuento
515. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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