Iban
a armar la fiesta que le llaman la fiesta de Sumalao. Que iba a durar
tres días la fiesta. Y la perdiz era una señorita muy coqueta y muy
linda. Y que habían dos jóvenes que la querían pretender en la
fiesta. Uno era don Juan, que era el zorro, y el otro joven era el
avestruz, que se llamaba José.
Y
güeno, ya se aprosimaba pronto el día de la fiesta. Cada uno tenía
que prepará su traje de baile, que ya llegaba la fiesta.
Y
güeno, y que faltando un día ya, que había ido Juan a la casa de
José, que era el avestruz, a preguntá si ya había preparáu su
traje para el baile. La chica les había dicho que pa que bailen con
ella tenía que ser de traje de gaucho. Y Juan decía que ya tenía
las botas, el cinto, las bombachas, el pañuelo y las espuelas, y
entonce el José quedó sorprendido, que no tenía las botas, las
bombachas y las espuelas. Y entonce que le dice José, cómo podría
hacé para hacerse las botas. Entonce que le dice Juan que él era
máistro para hacé botas, que él se las podía hacé. Entonce él
dijo que güeno. Y Juan li ha dicho que tiene que buscá un cuero 'i
vaca o un cuero 'i potro para las botas. Y ya han buscau y han puesto
a remojá el cuero 'i potro.
Al
otro día ha veníu tempranito Juan a la casa de José a hacele las
botas. Y güeno, y llegó Juan y ha sacau el cuero remojau y ya li ha
cortau las dos botas y se puso a cosela Juan. Y las botas eran que
pasaban más arriba de la rodilla. De pícaro, éste ya lu había
estudiau pa que no vaya a la fiesta José. Y ya le puso las botas con
el cuero fresquito. Y le dijo que pusiera las piernas al sol, que se
tenían que secá las botas. Y al secase las botas ya no iba ni a
podé parase el otro.
Ya
cuando se le empezaron a secá las botas, José empezó a gritá y a
pedí socorro. Y ya se cayó. Y áhi 'taba estirau. Y se moría y
gritaba, gritaba, estirau en el suelo.
Y
así Juan pudo ir solo a la fiesta. Y se presentó muy elegante, y
bailaba, y zapatiaba y escobillaba que daba gusto. Y todos querían,
que baile y le hacían barra. Y más bailaba Juan de contento lo que
José se iba a morí y él iba a tener qué morfar. Y ha salíu
ganador de bailes.
Ventura
Camila Quipildor, 16 años. San Pedro de Colalao. Trancas. Tucumán,
1961.
La
narradora dice que aprendió el cuento de la abuela, Carmen González,
ya fallecida, que sabía muchos cuentos.
Cuento
331. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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