Diz
que el chilicote estaba en guerra con el tigre. Bueno... Y cada uno
tenía que encuartelar la gente para la pelea. El chilicote juntó
las avispas coloradas, los guanqueros, las balas, las madres de
balas, los caranes y las lechiguanas, toda la gente de flecha. Y el
tigre juntaba la gente de uñas y dientes, como leones, gatos del
monte, mayoatos y tigre onza.
El
tigre lo mandó al sargento que se llamaba Juan el Zorro para que
declare la guerra con el chilicote. Y jue el sargento y le ha dicho
al chilicote si ya 'taba listo, y el chilicote le ha dicho que sí.
Entonce el sargento ha querido ver la gente. Y tanto ha pedíu el
sargento que le abra la puerta para ver la gente, que al fin el
chilicote le ha abierto uno de los porongos con guanqueros. Y áhi
han salido los gunan-queros enojadísimos y lo han agarrado al
sargento por los ojos, la cabeza, el lomo, la cola, por todos lados.
Y el zorro ha disparau, ¡y nada! Se revolcaba, ¡y nada! Y por fin
ha tenido que revolcarse en el barro y meterse al agua para que lo
puedan dejar. Di áhi se ha podido ir a avisar al tigre que estaba la
gente del chilicote, lista, pero no le dijo nada de lo que le había
pasado.
Ha
llegado el día de la batalla. El tigre ha llegado con su gente. El
zorro que se había puesto en un bordo, algo retiradito, y ha dicho
que di áhi iba a mandar. Y ha llegado después el chilicote y en
seguida ha dehencuartelado su gente, que ha abierto la puerta de los
porongos. Y áhi que han salido todas las avispas. Y luego la gente
del chilicote la agarró a la gente del tigre y la flechaban por la
cabeza, el cuerpo, la cola, por todas partes. Y que los leones, los
mayoatos, el tigre y los tigres onza disparaban, saltaban, se
enloquecían y gritaban, y no sabían cómo defenderse de la gente
del chilicote que había sido tan mala. Y el sargento de lejo que les
gritaba:
Y
áhi que el tigre y la gente del tigre se han revolcado en el barro y
se han entrado al agua, y recién se han podido salvar de la gente
del chilicote.
Entonce
el tigre le ha tenido que pedir por favor que retire su gente el
chilicote y se ha dado por vencido. Y así ha ganado la guerra el
chilicote con su gente que es chiquita pero muy mala.
Miguel
Ángel López, 76 años. Tafí del Valle. Tafí. Tucumán, 1951.
Un
gran narrador.
Cuento
511. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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