Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 13 de septiembre de 2014

La guerra del conejo con el zorro .510

Resulta que un día andaba hambriau el zorro, y lo encuentra en un campito al conejo. Comiendo pastito lo sorprende el zorro. Lo salta, y erra el bote el zorro, y sale disparando el conejito y se va a la cueva. Y de allí lo habla el conejo. El conejo se llamaba Diego y el zorro se llamaba Antonio.
-Mirá, Antonio, vení -dice el conejo. Vos has intentau comeme, pero ya verás -dice. Vamos a hacer guerra -dice. Tan hombre sos vos como yo. Si vos me ganás la guerra te tengo que respetar a vos, y si yo te gano, me tenés que respetar a mí. Y así.
Entonce, dice:
-Bueno -dice el zorro.
-Tal día va a ser la guerra, en este mismo lugar -dice el conejo. Yo te voy a peliar de adentro de mi casa. Entonce -dice- vos te encargás de buscate los ejércitos, y yo los míos.
Y así el zorro se busca caballos, bueyes, toros, burros, toda clase de animales grandes. Y Diego va y se busca toda clase de bichos de flecha, como ser avispas, guanqueros, sanjorge, madre bala, madre lachiguana, y así. Entonce llega el día en que tenían que combatir. Y ya Diego tenía el porongo lleno de bichos de flecha, porque los había juntado en un porongo. Y el zorro llega con toda su gente, con todo animal grande.
Llegó la hora del combate. Dice que el zorro hizo avanzar a toda su gente por sobre la casa del conejo; que le habían derrumbau la cueva. Y en eso, dice que Diego sale y destapa el poronguito de bichos, y salen los bichos y los agarran a los toros, bueyes, caballos, burros y los agarran y los picaban por todas partes. Los animales desesperados que se han mandado a mudar. Y por ahí andaba el zorro, y también dice que lo han agarrado a él y lo han picado por todas partes. Y él agarró para abajo de un arroyo y se zampó en el agua, y les gritaba a los compañeros:
-¡Al agua, compañeros! ¡Al agua, compañeros! Que áhi me salví yo.
Y así lo ganó la guerra Diego a Antonio.

Eusebio Maita, 46 años. Salta, 1952.

En el cuento tradicional no intervienen animales domésticos como en éste.

Cuento 510. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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