Había
un tigre muy malo que vivía en una quebrada. Este tigre se estaba
matando a todos los animales de la quebrada. Los mataba de vicio y se
comía el que más le gustaba.
Un
día el zorro les dijo a los animales que le hicieran un trato: que
todos los días le iban a enviar un animalito para que él lo comiera
y no matara de vicio a los otros. Al tigre le gustó el trato. Bueno,
tenía que ir todos los días un animalito de la quebrada y era para
que lo comiera él. Uno u otro se sorteaban. Al que le tocaba tenía
que ir. Y le tocó a una liebre. Y en lo que va había un pozo.
Cuando se allegaba se reflejaba en el agua, ¿no?, y eso le formó
una idea. Jue ande estaba el tigre.
-El jaguar es otro bicho
parecíu al tigre, más chico, ¿no?. Mi ha atajau, no me dejaba
pasar, me quería comer a mí. Yo le dije que venía pa que me
comiera usté. Y él dijo que si era así le iba hacer arreglar las
cuentas a usté, ¿no?
Ya
le fue a decir. Pegó la vuelta y se jue.
Y
áhi se enojó tamén el tigre y ya enseñó las garras, las uñas. Y
el otro, de abajo del agua, tamén le enseñó las uñas. Le dio
tanta rabia que tiró un salto. ¡Al agua jue a dar! Y el pozo tenía
agua mucha. Y áhi entraba a nadar para un lado y otro.
Qué
l'iba a contestar el tigre de allá, chapaleando de un lau para otro.
Al último ya se cansó, se jue abajo y se augó.
Muy
alegre el zorro y los demás animales por la alvertencia de la
liebre, siguieron viviendo tranquilos en ese campo.
Delfín
Prado, 75 años. Cortaderas. Chacabuco. San Luis, 1968.
Campesino.
Oyó el cuento a un viejo narrador cuando él era niño.
Cuento
460. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
No hay comentarios:
Publicar un comentario