Dice
que una vez había cazau el tigre un burro. Lu había escondido,
dice, en un hueco, y lo 'taba cuidando. El zorro había olfatiado y
quería comer alguito, y lu había corriu el tigre. No lo dejaba
comer. Entonce, el zorro, dice, li había tirau una piedra di un alto
para un güeco. Lo había entretenido al tigre, y en eso había dado
la vuelta por allá y viene y li había miau la presa. La ofensa más
grande para el tigre. Que el tigre es un bicho muy limpio. Para comer
saca las tripas, saca la panza, y las tira lejos, y recién come. Y
ya con la miada, dice, del zorro, dice, que no si arrimaba si quiera.
Y lo había sacau por una quebrada arriba al zorro. Y el zorro había
disparau. Dice:
Había
dau la vuelta una abra, dice. Se vía un campo. 'Taba un agricultor
sembrando. Que era muy pobre el agricultor. Había alquiríu una
yunta 'e bueyes. Había conseguíu una maleta de porotos, dice, para
sembrar, dice. Y había derramau, y había hecho sobrar. Entonces el
zorro había venido. Había pasau por el portillo. Había bandiau
para allá. Y el tigre ya ha veníu medio cansau. Que el tigre es
flojo para largas distancias. Es de atropelladas cortas, que en eso
nu hay quien lu iguale. Pero ya pa largas distancias, por el peso, se
despea, y lo liquida el cansancio.
-Bueno
-dice, acabá di arar y ya te guá comer a vos y a los güeyes.
-¡Ay!,
señor Tigre, dice, haga el favor, ¡no me vaya a comer! Yo soy muy
pobre, tengo siete hijos, mujer. ¡Quién les va a dar de comer!
¡Cónque les van a pagar los güeyes a mi compadre!
En
eso, dice, el zorro había visto la oportunidá y había subiu en el
caballo qui ha dejau el arador en la puerta, dice. Y había pegau
unos gritos, dice, y ha sacau del espantajo la gorra y una chaqueta
de agente, dice, y un palo largo como espada. Y si había subíu a la
loma, y le grita al sembrador:
-Oí,
¿nu has visto por áhi un tigre? Anoche diz qui ha muerto la vaca,
allá, di un rico, dice, en la estancia di un rico. Lu andan
siguiendo toda la policía, dice.
Que
li había abierto la maleta y li había dicho al tigre, que se
ramiara y se entrara con cuidadito en la maleta. Lo que era grande le
quedaba ajuera la cola parada, dice.
-Mirá,
hombre, 'tan saliendo un montón de porotos, dice, pa ajuera. Metelos
bien y atale bien la boca.
Qué,
nada, el tipo li había fruncíu la boca, amigo, y li había metéu
una riata con un tiento de esos que no fallan. ¡Mejor qui hacer con
un tiento de esos!
Puta,
li había agarrau y le había puesto un ojazo, dice que brincaba como
dos metros el tigre en la maleta, para arriba. Y meta, y meta. Y ha
venido el zorro y li había ayudau, dice, con el palo. Lu habían
liquidau al tipo.
Perfecto
Bazán, 49 años. Belén. Catamarca, 1968.
Cuento
374. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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