El
tigre andaba en campaña con el gato. El gato le enseñó a cazar
porque el tigre no sabía cazar, y el gato sí. Le enseñó todos los
saltos para cazar, menos uno. Lo dejó siempre sin enseñarle eso,
para defensa de él. El tigre jue un animal muy traicionero porque
después que el gato le enseñó a cazar y todo, él se lo quiso
comer al gato.
El
tigre vivía en esos montes, como esos que viven las fieras
silvestres. Y el gato salía por una senda, y el tigre lo 'taba
mirando cuando venía. Y se puso onde venía para matarlo.
El
gato como es tan vivo, tan vicho, se dio cuenta. Y como él sabía
ese salto que no le enseñó al tigre, que era para su defensa, que
era para vencerlo, lo dejó no más. Cuando llegó onde 'taba el
tigre, el tigre lo saltó, y él dio el salto mortal, para atrás, y
el tigre cayó para adelante. El tigre es de espinazo tieso y no se
puede dar güelta. Y el gato se disparó, bandió el monte y se jue
muy lejo.
Y
esa jue la defensa del gato, que si le hubiera enseñao todos los
saltos, el tigre lo hubiera jorobado no más, lo hubiera jodido.
Alejandro
Basaldúa, 56 años. Brazo Largo. Islas del Delta del Paraná.
Gualeguaychú. Entre Ríos, 1951.
Isleño
rústico. Ha concurrido a los primeros grados de la escuela primaria.
Conoce todos los trabajos de las islas, pero es particularmente
ganadero.
Cuento
456. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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